Caracas, 26 de marzo de 2015.- La Patria es un universo complejo que se manifiesta en las millones de ideas que cada venezolano tiene sobre su país. Cada uno de nosotros se aproxima a entender su nación desde la propia experiencia personal, lo vive y siente desde sus relaciones, percepciones, vivencias y conceptos. Claro está, la idea de Estado tiene sus elementos necesarios como el territorio, población, instituciones que lo representen y reconocimiento internacional, como formalismos mínimos que lo configuran.
Pero cuando nos topamos con la idea de Patria, entonces la cosa se hace más compleja, aquí juega cada quien, cada grupo de la sociedad, cada institución organizada que la conforma, cada partido, en fin, cada cual le agrega su ingrediente a esa hermosa, pero a la vez compleja, idea de Patria.
En los últimos años, desde el poder se alienta con mucha fuerza el patriotismo, el concebirnos como hombres y mujeres que portamos o arrastramos una historia plagada de heroicidad y consagrada en la figura de nuestros libertadores, en especial, Simón Bolívar. Somos parta de una épica cargada de gloria, pero también de frustración y deudas, cada uno de nosotros hoy somos por herencia, algo así como los deudos eternos de quienes soñaron una Patria que se frustró en el camino y por tanto, nos toca hoy pagarla con nuestro esfuerzo que, en muchos casos, se puede sentir como sacrificio.
Al final de toda esta historia montada con fuerza desde el poder y llevada por medio de un enorme aparato comunicacional que nos rodea la conciencia y que, en muchos casos (y rincones de nuestro país , se hace exclusivo por falta de otras opciones, queda el ciudadano, el hombre y la mujer que vive y padece al país, queda el ciudadano con sus angustias, deseos, vidas, dolores, esfuerzo, familia, trabajo, sueños y esperanzas, queda como parte de la historia de la Patria y no como centro del presente. Pasa a ser uno más del noble ejército libertador de todas las tierras y deja de ser el noble pero real humano que espera un país que le brinde bienestar, que le dé oportunidades, acceso, trabajo digno, seguridad, que espera que el sueldo le alcance y sirva para crecer, que tenga opciones para aprender. Allí queda ese ciudadano, que hoy más que nunca vuelve a quedar relegado por quienes pretenden convertirnos en un ejército.
Y la verdad es que no queremos ser nada más que hombres y mujeres con deberes que cumplir y derechos que ejercer de manera plena. Nuestra tierra es de paz, pero en ningún caso es de aquella que se cala vivir cada día peor, es amable pero sufrida y no tengo claro hasta cuál momento mantendrá ese silencio frente a quienes, desde el poder, no les hablan de sus problemas, los llenan de política y los aturde con la grandeza de una Patria que no existe en su día a día.
No creo en injerencias, ni de imperios ni de ningún país. Creo en organismos multilaterales que nos vean, que estén pendientes, que presionen por un diálogo. Pero al final, lo que creo con toda mi fuerza, como dice la canción, es que La Patria es el Hombre y por ello debemos vivir el presente, construir bienestar y hacer de Venezuela un país de progreso.
Basta de hablar de los problemas del poder y de los políticos, hablemos de la gente y sus vidas. Este año es un oportunidad para cambiar esta lógica, esperamos a que den la campanada final para que cada uno de nosotros escoja un cambio.