Portuguesa, 11 de noviembre de 2014.- Estamos secuestrados y no podemos permitir que en este caos revolucionario terminemos agradeciendo al régimen las colas por un kilo de leche, pernil a precio regulado o más triste que un comunismo lo que prevalezca sea el consumismo por un TV de 32".
Escuchar en el supermercado después de horas de cola algo como "bueno por lo menos alcance a comprar" "menos mal que madrugue soy el 175 para el champú".
No son dádivas se debe garantizar el acceso a los productos a precios accesible pero como lograr eso en medio de un pandemónium cambiario.
No se puede permitir agradecer quien de manera constante cree que limitando el acceso a divisas extranjeras mejorara el panorama económico.
Menos viajeros, menos celulares, computadoras, televisores menos de todo no es la solución.
Agradecer a quienes nos han traído al punto de crisis económica es al final creer que es un favor que nos hacen y que al final nos quieren mucho por eso limitan mi vida a sus decisiones.
Un modelo económico que te dice qué comer, vestir, electrodoméstico comprar es un régimen destinado al fracaso porque la individualidad es lo que nos hace verdaderamente libres.
No hay nada bueno en un sistema económico en el que tus días de descanso, los fines de semana, sea un tour buscando comida y sin agregar que cuando la encuentras no te alcanza el salario ya que con el aumento no da para nada.
Este régimen no quiere a nadie son una máquina para producir más pobres cada día, no hay que olvidar que, “si a los pobres se hacen clase media se nos convierten en escuálidos”.
No hay nada que agradecer a quienes todos los días nos quiere hacer más dependientes.
¡No somos los rehenes de Estocolmo, somos los venezolanos que estamos llegando al colmo!