Caracas, 22 de noviembre de 2021.- El objetivo de la oposición es producir un cambio político en Venezuela y para ello estas elecciones regionales y municipales son solo un paso en la ruta. En consecuencia, el número de gobernaciones y alcaldías no es el único indicador de éxito, siendo muy importante ver la sumatoria de votos de las distintas alianzas y hacer una radiografía del país. Eso nos dará una perspectiva del avance real, delimitará el terreno ganado y la estrategia a seguir. Esa evaluación será una tarea de las próximas semanas, pero hoy se hace necesario anticipar -antes de las elecciones- el drama de los terceros.
Nos referimos a los que llegarán el próximo domingo 21 en tercer lugar y se autodenominan oposición, sea quien sea. En principio, debemos suponer que todos los candidatos saben a estas alturas dónde están parados y salvo que las diferencias sean mínimas y estén dentro del margen de error de las encuestas, unos y otros tendrán que asumir su responsabilidad frente al país en un momento en que la sociedad democrática exigía (y seguirá exigiendo) unidad.
A ese liderazgo que sabiendo que están de terceros y no tienen chance, permanecieron hasta el final y dividieron la votación opositora, el país democrático debe cobrarle la factura, pues no podemos asumir los desafíos futuros con un liderazgo irresponsable, ególatra, faccioso y quizás "alacraneado" o manipulado por el régimen.
Los terceros no tendrán excusa y por eso lo advertimos con tiempo, estaremos ante estas opciones:
1) Que el candidato diga que "es que yo no sabía que iba a llegar de tercero", en cuyo caso es un improvisado que no hace encuestas, ni lee las que otros hacen y por lo tanto estamos ante un político desinformado, que no escucha, ni está consciente de la realidad. Alguien así no es apto para futuras batallas contra la dictadura y menos, considerando el cerco mediático, pese a vivir en tiempos de globalización.
2) Que el candidato si sabía que llegaría de tercero, en cuyo caso es un mentiroso y el daño infligido a la lucha democrática y a la unidad opositora fue un acto deliberado. Tendremos entonces el derecho a dudar de su honestidad y presumir que fue pagado por el régimen para hacer el papel de esquirol o quinta columna. Obviamente, alguien así no puede ser parte de las fuerzas opositoras.
3) Que el candidato diga que le hicieron fraude y por eso apareció de tercero. ¿No tenía miembros y testigos en las mesas? Si usted va a enfrentar a una dictadura truculenta y no está preparado para ello, no debió ser candidato. Al opositor que ganó o llegó de segundo seguramente también intentaron hacerle un fraude pero estuvo preparado para evitarlo o minimizarlo. Ergo, él y no usted debió ser el candidato de la unidad y a usted le correspondía retirarse.
4) Finalmente, puede que no sea un ingenuo, ni desinformado, ni nada de eso, sino que sea una operación perversa que nos confirma -ya no sería una presunción- que se trata de un candidato o grupo político aliado del régimen, oxigenado y financiado desde Miraflores, en cuyo caso tampoco podemos contar con estos mercaderes de la política para dar la pelea que tenemos que librar en Venezuela para lograr el anhelado cambio.
Así que mejor advertirlo hoy: esto no es una olimpiada donde la medalla de bronce es aplaudida. Aquí los terceros serán sepultados, Y no hablamos un "pase de factura" inspirado en el resentimiento o la mera exclusión. Será la sanción moral de un país ávido de cambio pero también se trata darle solidez política y ética a las fuerzas opositoras, darles todo la amplitud que sea posible pero con cohesión y coherencia. Para ello es imprescindible tener claro quienes somos y contra que luchamos.
El drama de los terceros es que terminarán auto excluidos o expulsados por la indignación de la plataforma democrática, la cual -por cierto- debemos ampliar, democratizar y consolidar a partir del 21N. Al margen de cuántas gobernaciones o alcaldías se ganen, la oposición ha dado un gran paso y será determinante asumir algunas decisiones para reconfigurar a esta plataforma y adecuarla a los nuevos escenarios de lucha.
Lo que viene es un debate duro, abordando los errores cometidos y superando los desaciertos con sentido constructivo. Un debate que debe iniciar en el seno de los partidos, hilando fino, con mesura y espíritu unitario. Hay razones para ser optimistas... Venezuela no se rinde!