Caracas, 21 de julio de 2025.- En estos días han sido liberados algunos presos políticos. La noticia, celebrada por sus familiares y acompañada por el natural alivio humano que produce el fin del encierro, ha sido motivo de alegría. Pero también instrumentalizada con fines propagandísticos. El régimen de Maduro quiere vender la ficción de que está haciendo concesiones democráticas y algunos actores oportunistas, auxiliares de dictadores y traficantes del dolor humano, pretenden apropiarse del relato para sumar méritos políticos que no les corresponden. Pues ni una cosa ni la otra son ciertas. Lo cierto es la práctica cubana de liberar presos y apresar a otros para tener, siempre, poder de “transacciones”.
Caracas, 17 de julio de 2025.- Hispanoamérica vive hoy una silenciosa pero profunda reconquista. Ya no se trata de ejércitos ni de flotas. Tampoco de tratados formales o discursos grandilocuentes. La disputa en la región, en el siglo XXI, se libra en el terreno del relato, del poder y del crimen. Y lo más inquietante es que se está perdiendo sin resistencia.
Caracas, 14 de julio de 2025.- La negociación es diá-logo; y el diá-logo es razón compartida. En su raíz griega, logos significa palabra y significa razón. Ese doble sentido no es un accidente: es la clave de lo que somos. El ser humano es un animal político —como enseñó Aristóteles— porque tiene palabra, porque posee razón. El logos es lo que funda la ciudad, lo que permite convivir sin aniquilarnos, lo que distingue a la comunidad humana de la mera suma de voluntades individuales. Por eso, los venezolanos, frente al desastre autocrático, quisimos diálogo. Quisimos razones, quisimos palabras verdaderas. Pero el régimen no.
Caracas, 13 de julio de 2025.- Mientras el mundo se polariza y los liderazgos populistas ganan terreno, las nuevas generaciones apagan el sistema político como quien pone el celular en modo avión: están, pero no están. Y si la democracia no los recupera pronto, corre el riesgo de apagarse con ellos.
Caracas, 08 de julio de 2025.- Nicolás Maduro toca su flauta. No para guiar a un pueblo hacia la libertad, sino para llevarlo al despeñadero. Como el flautista de Hamelín, su música no libera. Engaña. No convoca, aunque seduce a algunos. No persuade, embauca. Sus notas son trampas. Sus llamados son falsos. Su destino siempre es el fraude.