Caracas, 18 de agosto de 2013.- "Ser político en el sentido auténtico del término, no en el insultante y pueril, es preferir enmendar errores a linchar..." Fernando Savater
En política, la forma es fondo. El cómo se hacen las cosas es tan importante como lo que se quiere hacer. Eso lo tenía claro Chávez, que solo navegaba en el terreno discursivo sin entrar a cambiar la realidad. Tanto dijo que lo que más le importaban eran los pobres que hasta ellos mismos pasaron por desapercibido que no estaban viviendo mejor. Mas aún, hasta logró anular, en muchos casos, la capacidad de anticipar que la realidad de los pobres iba a ser imposible cambiarla bajo este modelo insostenible. Un modelo que se concentraba en la división del país, acostumbrarnos a la violencia en el discurso diario y perseguir al que no estaba de acuerdo, solo lograba alejarnos más de las posibilidades de progresar.
Que estábamos en la vía del circo de hoy, y el hambre de mañana. Hoy vivimos el hambre y el circo.
Y eso lo tiene igual de claro la bancada oficialista de la AN. Plantea el debate más asqueroso y violatorio del respeto mínimo para con el otro que hayamos visto en una sesión, con el solo fin de no tener que presentar pruebas de lo que dicen y enlodar todo el debate político nacional. Acabar con la Política desde la politiquería. Escudados en su inmunidad parlamentaria acusan a diestra y siniestra los mismos que, faltos de cualquier moral, no tienen cómo sostener ni un discurso de altura. Mucho menos cómo hacer progresar a un país íntegramente.
Esa vía también es insostenible. No se lucha contra la corrupción, luego de 15 años en el ejercicio del gobierno, aniquilando las instituciones sino todo lo contrario. No se lucha contra la corrupción concentrando el poder de los demás sino más bien respetando la separación de poderes establecida en la Constitución.
No se lucha contra la corrupción teniendo poderes especiales. Si su verdadera intención es acabar con esta práctica, pues nombren a un Contralor independiente que investigue todos los casos que lleguen a su oficina. ¿Quieren acabar con la corrupción? Nombren a los magistrados del TSJ por los méritos de justicia como lo establece la Constitución, y no porque son militantes de su partido político. Nombren a los rectores del CNE, que tienen el período vencido, para cumplir con la Constitución y respetar la voluntad del elector.
El gobierno pretende ser la vara que medirá a los demás, pero nunca pretenderá medirse a sí mismo. Por eso todo lo que no vaya en ese sentido, se llama persecución. Todo lo que sea en el terreno personal, no puede calificarse de otra manera. Así de simple.