Julio Borges: Europa y América, a cerrar filas por la democracia en Venezuela y la región


Caracas, 27 de febrero de 2022.- Parecieran lejanos aquellos tiempos de finales del siglo pasado donde la democracia se consolidaba y erigía como sistema de gobierno predominante en la gran mayoría de países del mundo. El prestigio de la democracia era tal, que quienes pretendían sublevarse contra esta, debían disfrazarse de demócratas; y por eso, desfilaban preñados de buenas intenciones y se mercadeaban casi como unos mártires que sacrificaban su vida por el derecho del pueblo a elegir.

De esta “epopeya” han surgido los dictadores de esta época, los profetas del neototalitarimos, los tiranos que ya no se visten de verde oliva y que utilizan los mecanismos democráticos para acceder al poder y una vez en él, derogar la vigencia de la democracia y confiscar todos los derechos, incluyendo el de la participación.

La prestigiosa revista “The Economist” publicó recientemente su informe sobre el Índice Global de la Democracia, un estudio que se realiza desde el año 2006 y que tiene como propósito medir la salud de la democracia a nivel mundial. Esta nueva edición puso en relieve un conjunto de datos que configuran un paradigma preciso sobre la regresión democrática que vive el planeta, y en especial América Latina, que fue catalogada cómo la región del mundo que experimentó mayores retrocesos en los últimos años.

En la vanguardia de ese retroceso democrático regional aparecen Nicaragua y Venezuela. Dos países que pasaron hace unos años de ser democracias a regímenes híbridos; y ahora han evolucionado de regímenes híbridos a dictaduras puras y duras, tanto que prácticamente nadie duda que son, junto a Cuba, los regímenes del oprobio en nuestra América.

Persiguen sistemáticamente a la disidencia, violan salvajemente los DDHH (no en vano se ha abierto una investigación contra Venezuela en la Corte Penal Internacional), y han erosionado la democracia en su totalidad, desde las instituciones hasta el voto como herramienta de cambio pacífico.

A razón de esto último, vale la pena traer a colación el informe que presentó esta semana la Misión Electoral de la Unión Europea sobre los comicios regionales y municipales efectuados en Venezuela el año pasado. Dicho documento fue elaborado a partir del despliegue de un grupo de expertos que evaluaron los aspectos técnicos y políticos del sistema electoral venezolano, y construyeron un consenso muy claro: Venezuela está lejos de cumplir con las condiciones de una elección competitiva.

El informe de Europa recoge un conjunto de irregularidades que nublan cualquier competencia electoral en Venezuela. Entre ellas se destacan la toma del sistema judicial por parte de la dictadura, el uso de recursos públicos para favorecer a los candidatos del régimen, el clima de censura que se impone sobre la prensa independiente, las inhabilitaciones de candidatos opositores, el secuestro de las tarjetas de los principales partidos políticos de la alternativa democrática y la persecución política antes, durante y después de una contienda electoral. Todos estos son vicios de los que Maduro echa mano para mantenerse en el poder pese a no contar con el aval popular, desconociendo el texto constitucional en toda su esencia.

En el momento que se designó esta comisión electoral de Europa saltaron múltiples voces a oponerse, alegando que se trataba de una maniobra que sólo oxigenaba a Maduro en su intento por recuperar la legitimidad internacional.

El tiempo nos ha demostrado cuán errado estuvo aquella aproximación; pues Europa ha estado a la altura de las circunstancias. No ha firmado un cheque en blanco a la dictadura como algunas vaticinaban, por el contrario, les ha puesto una camisa de fuerza con respecto a cuáles son las garantías electorales necesarias para que un proceso cuente con el reconocimiento del mundo democráticas.

En tal sentido, el informe construido por Europa debe ser un pilar fundamental de la lucha democrática que viene, que no es otra que la reactivación de la presión nacional e internacional, en todos sus frentes, para lograr las garantías necesarias para unas elecciones parlamentarias y presidenciales libres. América Latina, Estados Unidos y Europa deben luchar de manera unida y presionar para evitar que una elección como la que se presentó en Nicaragua el año pasado, se repita en Venezuela.

En la misma línea, es menester que el informe no solo empuje la lucha que estamos librando los venezolanos, sino que también sirva para sacudir las conciencias de los líderes de la región en un propósito de relevancia estratosférica: América Latina debe cuidar la calidad de sus instituciones electorales.

En un año marcado por diferentes procesos electorales de máxima importancia en nuestra región y ante lo que ya es una conjugación de fuerzas dictatoriales contra occidente y los valores democráticos; que incluye agresiones de todo tipo de envergadura, es un compromiso ineludible para región cerrar filas con la democracia, protegiendo el voto y la participación ciudadana. Europa y América deben reencontrarse en un solo frente común, el cual no es otra que la preservación de la democracia.

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