Juan Pablo Guanipa: “22 años de ultrajes”


Caracas, 09 de febrero de 2021.- Venezuela ha pasado por los peores años de su vida republicana. Los integrantes de esta nación tenemos la responsabilidad de enfrentar a quienes nos han llevado a esta tragedia y de devolvernos a todos la esperanza, las ganas y el compromiso de reconstruir y transformar a esta patria que lo tiene todo para triunfar.

Ya suman veintidós años y si agregamos la fecha de la afrenta, cuando varios militares dieron un golpe de estado en contra de la democracia y la institucionalidad, estamos casi a treinta años de un proceso que, si se mide por resultados, ha significado un impresionante e injustificable desastre para nuestro país.

Ya hemos hablado del daño político, económico, social, cultural, institucional que se le ha hecho a Venezuela en estas más de dos décadas. Pero nunca podemos dejar de recordarlo. Aprendí de los judíos que hay hechos tan graves en la historia, que no podemos permitir que se olviden porque se corre el riesgo de vivirlos de nuevo. Por eso ellos tienen áreas de trabajo dedicadas exclusivamente a recordar el holocausto del cual fueron víctimas durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Así que a nosotros nos corresponde recordar, luchar, vencer y luego seguir recordando todo lo que ha pasado en el transcurrir de estos años.

Nada, absolutamente nada, podemos concederle a esta dictadura criminal ni a quienes la han encabezado. Nada justifica la locura de llevar a un país por el precipicio del totalitarismo. Todo esto ha constituido un grave irrespeto a la dignidad humana que todos tenemos por el simple hecho de ser personas y de nacer o vivir en este espacio geográfico, bendecido por Dios pero destruido por personas. ¿Qué satisfacción puede sentir un gobernante al constatar que ha deshecho al país al que se debe? ¿Cómo pueden estos señores tener el cinismo de justificarse cuando sus hechos han desnaturalizado el rol más importante del estado que es sentar las bases para que la sociedad viva mejor, tenga calidad de vida, infraestructura, servicios públicos, acceso a las oportunidades de alimentación, estudio, protección de la salud, trabajo, emprendimiento?

Está claro que no existe forma alguna de que podamos resolver nada en Venezuela mientras esta gente se mantenga en el poder. Como sus mentores cubanos, se quejan y acusan a las sanciones del profundo daño que ellos mismos han hecho. Las sanciones son decisiones de otros países y organizaciones internacionales como consecuencia de las actuaciones del régimen dictatorial de Maduro. No son sanciones “de a gratis”. Son un mecanismo de presión para lograr que se retome en Venezuela el camino de la democracia. Son, por cierto, posteriores a todo el desastre que en los diversos órdenes estos señores han generado.

Nadie puede atribuir a las sanciones la destrucción de la industria petrolera, o el intento de arruinar todo el proceso productivo, especialmente agropecuario del país. Tampoco se le pueden atribuir los desastres en materia turística o la crisis económica y social profunda signada por la hiperinflación, la desaparición de nuestra moneda, del salario y del poder adquisitivo. Menos se puede decir que por las sanciones hemos llegado a épocas primitivas en materia de disfrute de servicios públicos. Las sanciones son parte de la presión internacional que busca la redemocratización del país. A través de ellas se persigue a los corruptos que han acabado con el erario público y han llevado a Venezuela a la situación de postración en la que se encuentra.

La nación venezolana ha sido ultrajada por estos agentes del mal. Nos corresponde ejercer nuestra ciudadanía y con apoyo interno e internacional lograr que se produzca un desenlace democrático, electoral presidencial y en todos los espacios, para que muy pronto iniciemos ese proceso de reconstrucción y transformación nacional al que tenemos derecho. Esta hora de resistencia nos debe encontrar fuertes, activos y decididos a todo hasta triunfar.

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