José Guerra: El gran apagón


Caracas, 10 de marzo de 2019.- Venezuela sufrió el mayor apagón de su historia entere el jueves 7 de marzo y el viernes 8 de marzo. Más de treinta horas sin electricidad en muchas ciudades y pueblos que permanecieron en la oscurana. Ese apagón evidencia algo elemental: el estado de vulnerabilidad en que se encuentra el sistema eléctrico nacional. La excusa es la misma de siempre, el estribillo del sabotaje, que comenzó cuando en 2009 aquel tristemente célebre ministro de Electricidad, Ángel Rodríguez afirmó que una iguana se había comido un cable y que por eso se había generado un corte masivo de la luz eléctrica.

Chávez, en su afán centralizador siguiendo el modelo cubano que tanto le gustaba, concentró todas las empresas eléctricas en manos de ese monstruo de mil cabezas llamado Corpoelec en 2007, lo cual acabó con gestiones muy eficientes como la Electricidad de Caracas y Enelven en el estado Zulia. Ese error todavía lo estamos pagando. Luego, debido a fallas operativas en Guri y al fenómeno del Niño, se produce una crisis en la generación y distribución lo que llevó a que en 2009 se decretara la emergencia eléctrica. Comenzó entonces el festival de la corrupción. Entre 2010 y 2015 vía presupuestaria y créditos adicionales se autorizó al gobierno a erogar la astronómica suma de US$ 42.000 millones, monto este suficiente no solamente para completar la electrificación de Venezuela sino también de buena parte de América del Sur. La empresa Derwick fue la mayor beneficiaria de contratos asignados a dedo en un proceso que según una investigación realizada por la Asamblea Nacional en cabeza del diputado Jorge Millán, determinó que las compras se hicieron con un sobreprecio superior al 100% con relación a las cotizaciones de esos mismo equipos en el mercado mundial.

Al régimen cubano también le tocó una parte del botín al vender como nuevas un conjunto de turbinas de segunda mano adquiridas a precios de gallina flaca. La danza de los millones siguió con la compra de barcazas para generar electricidad, todo lo cual terminó en un fracaso monumental. Se estima que de esos US$ 42.000 millones destinados al sector eléctrico, se robaron la mitad. La gestión de Corpoelec comenzó con el General Hipólito Izquierdo y ha tenido hombres emblemáticos del chavismo como el Teniente Jesse Chacón y ahora el General Luis Motta Domínguez.

Ciertamente no hay correspondencia entre el monto autorizado para gastar y la calidad del servicio eléctrico a lo cual se suma el hecho que la electricidad no se cobra lo que origina un déficit en la gestión financiera de Corpoelec, situación que se agrava con la salida masiva de técnicos que buscan un mejor lugar para trabajar fuera de Venezuela. En síntesis, el gran apagón refleja el colapso del modelo centralista del socialismo del siglo XXI.

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