Lucio Herrera: Canto a nosotros

Valencia, 1 de febrero de 2019.- Este es un escrito sanador para quien lo escribe, puede serlo para quien lo lea. Este es un mensaje para los que creyeron, pero también para los que dejaron de creer. Es un canto a la vida, al amor y a la libertad. Es un canto a mí mismo, para ti y para ellos también.

Llegó la hora. Estamos en rebelión definitiva e irreversible. Es el encuentro entre la razón y la emoción. Entre lo posible y lo realizable más allá de lo imaginable y previsible. Es la perfecta conjunción que resulta de  la unión del pensamiento y la acción. Venezuela decidió ser libre como libre es el espíritu de los hombres justos. Tantos años en estas luchas, tanta ilusión hecha polvo en los corazones rotos, heridas que quedaron marcadas en las pieles de aquellas vidas que volaron alto. Hemos andado lejos, no siempre juntos, con los pasos cortos de los que se rindieron pronto y las zancadas largas de quienes persistieron en el camino a la emancipación.

Veinte años en los que una nación vivió la más terrible tragedia de división y violencia, de empobrecimiento material y moral, más en la oscuridad logramos mantener la hoguera encendida y preservar la llama del alma nacional, y aunque mancharan su honor con dignidad se levantó, como se levanta clara y tibia la mañana después de una larga, fría y oscura noche.

Días duros, rudas faenas, temibles desafíos vendrán. El reto es inmenso y la oportunidad se ensancha frente a nuestro propio horizonte. Las voluntades se vuelven torrente que corre con caudal crecido e inunda el campo de las realizaciones.

No es momento de reproches ni dudas, es tiempo de aportar lo mejor de cada quien.  Sacar la madera fina de nuestro gentilicio, la sabia de nuestra identidad. Tampoco es tiempo para odiar, porque el odio nubla la vista y oscurece la razón.  Esta no puede ser una batalla por la venganza y la retaliación, la liberación de Venezuela es una causa de amor.

Más temprano que tarde la Justicia llegará y cubrirá con su manto férreo las acciones de los viles e injustos. Será inevitable e inexorable como el tiempo mismo. Será inquebrantable como la voluntad de millones que decidieron cambiar. Y se escribirán nuevas páginas con brillantes crónicas de esplendorosa prosa, y en la oscura habitación el sombrío profeta sentirá que su corazón adormecido y huérfano de pasiones vuelve a latir aceleradamente y arde de esperanza y nueva ilusión.

Este es un escrito para las familias. Para ellos que son todo para nosotros, los que están aquí o más allá de estas tierras. Está dirigido a lo profundo de nuestros seres para ser escuchado por los espíritus vivos. Porque en un momento dejamos de oírnos y fuimos parte de un monstruo sin sentidos que nos impedía comunicarnos. Cuando queríamos hacerlo surgían las dagas de las descalificaciones y el insulto.

Hoy suelto las armas del orgullo. Las dejo caer a mis pies y las piso aunque con esas mismas nos hicimos daño.  Busco la inspiración en nueva fuente, en la lucha por mi propia vida y por la de ustedes. Hoy me hago fuerte en la sonrisa de mis hijos y en el amor de mi hembra.

Hemos pasado tanto, navegado aguas calmas y también sucumbido en la turbulencia. Alcanzamos colinas y más allá conquistamos cumbres. Somos lo que hoy somos por lo que hicimos ayer y seremos mañana la derivación de lo que hagamos hoy.

Estamos frente a un gran reto cuando el camino desafía nuestra voluntad. Vamos juntos, no nos dividamos. Vamos adelante, no nos detengamos. Busquemos la buena brisa que inspira y refresca rostros y almas. Es el momento de los hombres y mujeres de este tiempo, de las generaciones que se levantan del anonimato que dejan los siglos. Podemos hacerlo, la fuerza está en nuestra unión. Dios cuida a los justos, premia a los constantes y bendice a nuestra Venezuela libre.

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