Paola de Alemán: Nicolás, el incapaz

Caracas, 22 de mayo de 2018.- Es propio de quienes han ocupado temporalmente posiciones de poder pensar cómo serán recordados en el futuro. Recurren a la imaginación para pasearse por los libros de historia y encontrarse entre sus páginas. Quizás Nicolás Maduro practica este ejercicio y en su insensatez sueña que será recordado como el revolucionario que enfrentó todos los males y logró salvar al chavismo; sin embargo, la realidad es otra. Esos manuales de historia, que abrirán nuestros niños en la Venezuela libre y democrática que reconstruiremos, lo describirán como un dictador vil y sanguinario; pero, sobre todo, reposará en nuestra memoria como lo que es: un incapaz.

Desglosemos las limitaciones de Nicolás. Primero, es incapaz de solucionar los problemas del país. Su tozudez ideológica le impide ofrecernos caminos de prosperidad. Si bien la dimensión de estas limitaciones tiene una perspectiva técnica que se refiere a las labores de gobierno, su núcleo es fundamentalmente humano: Nicolás Maduro es incapaz de conmoverse ante el sufrimiento los venezolanos. No le duelen los niños que mueren de hambre, los enfermos que parten antes de tiempo, las madres que lloran a sus hijos, los jóvenes que huyen por las fronteras. Nicolás Maduro, el dictador, es incapaz de conmoverse ante el dolor ajeno y eso lo inhabilita para ofrecer soluciones a la crisis humanitaria.

Segundo, es incapaz de mantener una fachada democrática. En el mundo actual es difícil encontrar dictadores como los que existieron en el S.XX. Quienes usurpan el poder y desconocen la voluntad del pueblo buscan modos de legitimación interna y externa que les permita mantener el reconocimiento del orden internacional. Por eso la Ciencia Política ha creado categorías que describen su naturaleza: autoritarismos competitivos, autoritarismos electorales, democracias no competitivas. Para los dictadores de hoy es fundamental mantener una fachada democrática que les evite el penoso aislamiento mundial. Nicolás ha sido incapaz de cumplir esa condición. Recurrió a cómplices internacionales con apariencia de prestigio, como el Sr. Zapatero, pero no lo logró. Nicolás Maduro es un dictador y el Sr. Zapatero es un promotor de autocracias. Ambos han sido incapaces de vencer los esfuerzos unitarios y han quedado en evidencia frente al mundo libre.

Tercero, Nicolás Maduro ha sido incapaz de cerrar la bóveda del miedo en Venezuela. Quien usurpa el poder en Miraflores ha hecho esfuerzos extraordinarios por someter la conciencia del pueblo. Ha creado estructuras de dominación verdaderamente perversas: carnetización para administrar el hambre y la enfermedad, persecución a la disidencia, tortura a los presos políticos, asesinatos selectivos. Tal como lo afirmó Der Spiegel: es un carnicero. Pero sus esfuerzos no han logrado hacerse de la voluntad del pueblo. Nicolás Maduro también ha sido incapaz de imponer una dinámica de terror capaz de silenciar a los venezolanos. Nuestra realidad indómita no minimiza la responsabilidad del carnicero ni el sufrimiento que nos ha ocasionado, pero es motivo de esperanza y combustible para seguir adelante con firmeza y sentido de responsabilidad.

No debemos hablar de las debilidades de Nicolás sin mencionar la otra cara de la moneda: nuestras fortalezas. En ocasiones las dimensiones de la devastación nos ciegan y nos impiden ver los triunfos. Es como si nos vacunamos en contra de la esperanza y desconfiáramos de nuestros buenos desempeños. Nicolás es incapaz de someternos porque hemos resistido. La abstención como grito de dignidad no es producto del azar. Necesariamente debemos referirnos la labor de Julio Borges en República Dominicana. Cuando el diputado de Primero Justicia, en representación de la Unidad Democrática, se negó a firmar el acuerdo que proponía la dictadura e impulsaba Zapatero, golpeó gravemente la legitimidad del régimen y allanó el camino para que los venezolanos eleváramos nuestra voz a partir de la abstención. De modo que, la conciencia recta de nuestro pueblo junto a la labor incansable del liderazgo derrotaron el fraude en cuanto que los resultados no son creíbles y dejaron en evidencia la incapacidad de Nicolás.

El 21 de mayo comienza un camino nuevo que no estará exento de dificultades. La agresividad del régimen es directamente proporcional a su debilidad y hoy Nicolás es más frágil que nunca. Tenemos recursos para afrontar el futuro con altura de miras y generosidad, sigamos el ejemplo unitario que nos dio nuestro pueblo y sigamos encontrando caminos para reconquistar la libertad.

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