Fredderi Moreno: Humanos y humanistas


Mérida, 18 de marzo de 2019.- Ante la imposibilidad de los mercados de capitales de romper con el eterno ciclo de crisis que afecta toda la sociedad haciendo estragos en los más débiles y necesitados, y en la incapacidad de brindar soluciones de las teorías comunistas y socialistas y sus aventuras políticas, que en vez de ser una escalera a una mejor sociedad han terminado siendo una rampa a la miseria, por ello es necesaria una opción que dé respuestas a las personas y sus familias que se ven hundidas en la miseria y sin esperanza de salida, siendo atacadas por los males que acarrea el círculo de la pobreza y la solución de estas familias que acuden a Dios suplicándole ayuda, está más próxima de lo que parece.

Aunque Cristo no habló de fórmulas económicas ni políticas públicas, tampoco de actividad administrativas, sí dio un mensaje de fe y esperanza, de solidaridad, justicia y bienestar basado en nuestra esencia humana, que es la solicitud de la sociedad y todos sus miembros. Aún para aquellos que no ven en Jesús al Dios hombre, sino a otro profeta o abstrayéndose de las cuestiones teológicas, los que ven a Jesús como otro de los grandes hombres que predicaban un mensaje de paz, así como Ghandi, Teresa de Calcuta, por citar algunas personalidades más recientes.

Todos concordaremos que Cristo expuso ideas de aliento para los cansados y justicia para los oprimidos, que son precisamente los deseos de cualquier sociedad. Aristóteles, y antes de él, Platón y Sócrates, no pocas veces trataron las ideas humanas de la justicia, la felicidad y el bienestar, la doctrina jurídica moderna basada en el desarrollo de dichas ideas, estableció así la Justicia, el Bien Común y la Seguridad Jurídica como los fines superiores del Derecho, al observar que cada sujeto y las sociedades a la que pertenecen en su naturaleza racional, individual y colectiva, reconocen en estos objetivos la meta y el camino para lograr la plenitud de las personas y la de las sociedades que integran.

Así toda ideología o doctrina basada en estas ideas fundamentales estará más próxima a las exigencias sociales y la solución de los problemas que le aquejan. Por tal motivo, el Humanismo, en sus distintas corrientes (Humanismo laico o democristiano) como resultado de la progresividad de las ideas de bienestar social entendidas como inherentes a la misma naturaleza humana, pretende ser un instrumento mediante el cual los miembros de la sociedad puedan construir y alcanzar en democracia, justicia y paz los medios idóneos para su desarrollo pleno en el respeto a su dignidad y libertad, y por ello esta propuesta de acción política acoge en su seno a la persona humana como agente y beneficiario principal de toda acción social.

De aquí que el humanismo como proyecto político sea ideal para la tarea de reconstrucción de Venezuela, no solo en lo relacionado con el sistema económico y político (que es urgente), además en lo concerniente en otro asunto más fundamental y prioritario (aunque no lo parezca para algunos), el restablecimiento de la paz social, que pasa necesariamente por la convivencia en el respeto al otro, la libertad responsable y sobre todo el progreso social en dignidad, elementos TODOS fundamentales para la propuesta humanista, y muy necesarios para la Venezuela que a la que regresarán todos sus hijos con muchas expectativas y distintas visiones de cómo hacer las cosas, y que en la búsqueda de elementos comunes para el nuevo contrato de convivencia social deberían apelar no a corrientes ideológicas o propuestas de una u otra inclinación doctrinaria, al contrario, se debería atender a los elementos comunes y necesarios a nuestra propia naturaleza libre, racional y fundamentalmente digna, es decir, se debe atender a nuestra realidad humana, por ello, el humanismo es un buen camino a seguir, más para un país sometido por tanto tiempo a la deshumanización del totalitarismo socialista.

Es un largo y complejo trabajo el que toca realizar, pero las formas y los principios rectores que nos ayudarán a ejecutarlo está en nosotros, en nuestra misma humanidad, nuestra realidad humanista.

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