Adriana D'Elia: Escuchen la poderosa voz de las venezolanas


Caracas, 15 de marzo de 2018.- La tristeza ha invadido los hogares de nuestra Venezuela. Nuestros niños lloran porque tienen hambre; nuestras mujeres lloran por no tener con qué alimentar a sus hijos; las madres sufren porque la enfermedad y la desnutrición están acabando con la vida de sus niños, que es su propia vida.

Las familias se están desmembrando, cuando no son los jóvenes quienes parten en búsqueda de oportunidades, son los padres quienes se aventuran, dejando muchas veces a sus niños a cargo de familiares con la idea de reunirse en el futuro.

La crisis es tan profunda que supera las predicciones más descabelladas y nada hace pensar que pueda revertirse si las cosas continúan por el camino que pretende seguir imponiendo el régimen.

Este es el peor momento que hemos atravesado los venezolanos, pero son las mujeres las que llevamos la peor parte. Así lo demuestran los indicadores que hablan del estado de los derechos sociales, políticos, económicos y de salud de la las venezolanas.

En un país donde se violan a diario los derechos humanos más fundamentales, las desigualdades asociadas al género agravan aún más la situación para las mujeres.

Nuestra Constitución en su artículo 21 establece que “No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona. (…)”

Pero nada de esto se cumple y no será una realidad, mientras continúen en el poder quienes nos hundieron en esta crisis y comulgan con la idea de doblegar al pueblo para perpetuarse en el poder.

La feminización de la pobreza es un hecho que se hace evidente a través de varios aspectos que hemos comentado anteriormente y consideramos oportuno y relevante reiterar.

Aproximadamente 50% de los hogares de nuestro país tienen a una mujer como cabeza de hogar, y en estos la pobreza crítica alcanza 75%.

Aunque no existen cifras oficiales, estudios realizados por Organizaciones No Gubernamentales arrojan que son las mujeres las que comen menos para favorecer al resto del grupo familiar.

Si pasamos al plano laboral, la brecha salarial es un hecho, como también los es que ante la situación económica las primeras que quedan sin empleo son las mujeres.

En la salud tampoco hay datos alentadores. A la crisis que afecta a todos los venezolanos hay que sumarle las consecuencias que tiene para la mujer el 90% de escasez de anticonceptivos: embarazo precoz, embarazo adolescente, un dramático incremento en la mortalidad materna y de las enfermedades de transmisión sexual.

Con respecto al cáncer de mama, no hay tratamiento en nuestro país, y quienes lo padecen tienen que esperar años para operarse.

La violencia sexual también se ha extendido y afecta de forma especial a las mujeres indígenas, quienes son objeto de discriminación, violencia y prostitución forzada  por parte de mineros ilegales, de grupos armados no estatales y también de fuerzas militares.

Hoy en nuestra Venezuela, muchas mujeres se prostituyen porque se les exigen favores sexuales a cambio de comida y trabajo. ¡Esto es una vergüenza y no podemos permitirlo!

La solución pasa por un tema de reconocimiento de la situación y de voluntad para afrontar el problema. Pero la falta de cifras oficiales evidencian lo lejos que estamos de lo primero y de lo segundo.

Esta semana en la Asamblea Nacional propusimos un proyecto de acuerdo para exigir los derechos de las mujeres y un corredor humanitario que contemple sus necesidades.

Los parlamentarios debemos asumir la responsabilidad de recuperar la información, para denunciar y seguir de cerca la situación que vive la mujer venezolana. Todas las diputadas y diputados tenemos que incluir la perspectiva de género en nuestras acciones. Hacerlo forma parte de la construcción del país que queremos.

Una parte importante del objetivo de cuidar a nuestra familia y a nuestra comunidad, se logrará recuperando la democracia y la institucionalidad.

Muchas valiosas mujeres y organizaciones han trabajado por años en la lucha por los derechos de las mujeres, pero queda todavía mucho camino por recorrer y debemos seguir luchando juntas para lograrlos.

Las mujeres debemos hacer el trabajo, no lo harán por nosotras. Estoy segura de que con la ayuda de Dios, la inquebrantable voluntad de las venezolanas nos conducirá por el camino correcto hacia un futuro de progreso, igualdad y oportunidades.

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