Julio Borges: Atrocidad vs. valentía


Caracas, 18 de junio de 2017.- Luego del exhorto público del ministro Padrino López para que cesaran las atrocidades por parte de la Guardia Nacional, la violencia y las barbaridades lejos de terminar se multiplican, a lo largo y ancho del territorio nacional. Innumerables testimonios y evidencias audiovisuales servirán, en un futuro no muy lejano, para castigar con todo el peso de la ley estos abominables crímenes.

Se une a estos malhechores el Sebin. Hace pocos días cerca de 200 efectivos irrumpieron por la fuerza en el conjunto residencial Los Verdes, en El Paraíso, decididos a demostrar que son bárbaros e inhumanos. En un acto de venganza destruyeron no solo propiedad privada, incluyendo rejas, vehículos, ascensores y puertas, sino que copian el modus operandi de la Guardia Nacional de robar a aquellos a quienes debieran proteger. Computadoras, dinero, joyas, baterías de carros, nada pareciera estar fuera de los límites de estos detestables trogloditas.

Buscando nuevas modalidades de crueldad, varios funcionarios le dispararon a mascotas de vecinos del conjunto, incluyendo un tiro en un ojo a un indefenso perrito, ejecutado en seco por el delito de ladrarle a extraños.

Lejos de amedrentar, estas conductas atroces multiplican la indignación y el anhelo de cambio de la inmensa mayoría de los venezolanos.

Esto ha generado un claro malestar en nuestra Fuerza Armada. Cada miembro de las fuerzas de orden público en Venezuela tiene el deber moral de ser valiente rebelándose contra estas infamias, y colocarse no del lado de la oposición, sino del lado de la Constitución: la fuerza que hoy une a todos los venezolanos.

Ni la cruz roja. Siguiendo con la interminable lista de bochornos internacionales, ataques con bombas lacrimógenas obligaron a la Cruz Roja a izar una enorme bandera para recordarle a Venezuela y el mundo que ciertos espacios son sagrados, porque se dedican a prodigar salud sin importar color, raza, credo o estrato social. Al igual que atacan escuelas, clínicas y hospitales, sin importar niños ni pacientes, hace pocos días le tocó a la Cruz Roja sufrir en carne propia las tropelías de un régimen que cada día cae más bajo.

Los cascos verdes, llenos de muchachos valientes y abnegados, estudiantes de Medicina con vocación de servicio, son también testimonios de abusos y atropellos, sin que las villanías les impidan dar consuelo y atención médica a los heridos en las diarias protestas por la libertad.

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