Ángel Alvarado: El mal en la historia y el bolívar


Caracas, 05 de diciembre de 2016.- Decía Gracián que los males nunca vienen solos, sino concentrados, y cuando empiezan a aparecer no hacen sino multiplicarse; la historia primero te da y te da, y luego te pide y te pide. Tolstoi en Guerra y Paz también hace una interpretación magistral del mal en la historia: los males los causamos los hombres, no son fatalismos dirigidos por dioses caprichosos, sino que tiene causas concretas en las acciones equivocadas del accionar humano.

El mal ha hecho una dramática irrupción en la vida de los venezolanos, con saltos y sobresaltos, en una larga cadena de acontecimientos, que tienen su última manifestación en la mega devaluación del bolívar en el mercado negro.

La devaluación del bolívar es un proceso  que comenzó el fatídico viernes negro de 1983 y que desde entonces solo se ha detenido para agarrar impulso. La crisis de la moneda venezolana está por tanto asociada a una larga historia de dependencia de los precios petroleros, falta de ahorro, presupuestos de la nación deficitarios, falta de inversión y ausencia crecimiento económico.

Esta cadena de acontecimientos ha hecho del bolívar la peor moneda del mundo desde hace ya bastantes años, hecho este que contrasta con aquel bolívar de los años 60, considerado por Friederich Von Hayek, premio nobel de economía 1974, como una de las mejores monedas del mundo superior al franco suizo, la libra esterlina y el dólar. ¿Cómo se puede pasar de la gloria a la pena tan rápido? ¿Por qué si antes los hacíamos tan bien ahora lo hacemos tan mal? ¿Por qué si hasta los años 70 Venezuela era una de la economía que más crecía en el mundo, ahora es el desastre económico más grande conocido en la historia?

Desde mediados de los años 70 hemos tenido un presupuesto público “estructuralmente” deficitario, dependiente de “altos precios” del petróleo, con una estrategia petrolera de fomento de “recortes” de producción y estatización de la industria de hidrocarburos. Este cuadro ha hecho más poderoso al poder Ejecutivo, ha disparado la corrupción en Venezuela y ha desincentivado la inversión privada y extranjera tanto en la industria petrolera como en sectores afines.

La reciente devaluación del bolívar es el paroxismo de esta historia, ahora con ribetes socialistas y delincuenciales. Es la historia de un gobierno que tropieza una y mil veces con la misma piedra para nunca aprender las causas del mal, sino inventar una y mil veces nuevas fantasías sobre las causas de su fracaso.

Estabilizar el bolívar requiere una nueva política petrolera de incentivo de la producción con participación de la inversión privada nacional y extranjera, conquista de nuevos mercados petroleros, presupuestos fiscales equilibrados y sostenibles, búsqueda de nuevas fuentes de financiamiento a nivel mundial; además de un debilitamiento del poder Ejecutivo y fortalecimiento del Parlamento; con severas políticas de transparencia.

Así como el mal nunca viene solo -también decía Gracián- el bien también viene en grupo.

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