Ovidio Lozada: De la generación boba a la mediocre


Caracas, 13 de abril de 2016.- Todos recordarán cuando el entonces rector de la UCV, el psiquiatra Edmundo Chirinos, definió a la generación de los años 80 como la “Generación Boba”. Aquel extraño hombre que a la postre terminó siendo candidato presidencial, protagonista de la era “revolucionaria” y hasta el locólogo de la pareja presidencial y demás celebridades políticas, suponía tener suficiente autoridad académica para llamar la atención del país y ponerlo a pensar sobre lo que significaba para el futuro próximo de esta nación petrolera que a toda una generación, que se suponía iba a liderarla posteriormente, ese magnánimo hombrecillo le pusiera el mote de BOBA para definirla.

Claro, nadie proyectó que aquel personaje, tan raro como astuto, elocuente, e intelectual, con gusto musical refinado, tomador de buen vino y  que se presentaba como un amante exquisito, finalmente terminaría, parafraseando a la Pacheco, con su propia “sangre en el diván”. Odiado y repugnado por la sociedad que lo condenó a donde ni Dios perdona. Por cierto, dicen que no creía en el supremo (me refiero al de verdad, no al fantoche en el que sí creía) y manifestaba una atracción irresistible por la enfermedad, la mutilación, el funcionamiento del cerebro humano y su pasión: la muerte.

Pues pareciera que encontramos aquí parte de la explicación de la enfermedad que hoy embarga al país, porque una porción de aquella generación boba a la cual hacía referencia este oscuro psiquiatra, finalmente, después de 20 años, alcanzó su objetivo: gobernar Venezuela con todo el poder público posible. Sí, un grupúsculo de aquellos estudiantes de las universidades públicas y de las escuelas militares subvencionadas por la llamada cuarta república, como la llamó el supremo fantoche y desde donde egresó el mismísimo, al igual que muchos de sus adulantes co-legionarios, a excepción de quien finalmente heredó el coroto, quien nunca pasó por una casa de estudios y tal vez por eso hoy desgobierna y desbarata a una de las naciones con mayor potencial del globo, apreciada históricamente por sus envidiables recursos naturales y humanos como la “gallinita de los huevos de oro” que era más fácil gerenciarla para potenciarla y desarrollarla que para empobrecerla y destruirla como hoy está.

Ahora bien, se hace interesante entonces elucubrar que tipo de generación parió este proceso político que arrancó formalmente con Hugo Chávez en 1.999 (14 años) y que se ha extendido hasta la fecha con Nicolás Maduro (3 años). En 17 años me asusta pensar que se ha podido desarrollar una tipología generacional mediocre, por lo que me aproximaré a definir y sustentar esta, sin ser especialista en la materia y sintiéndome subjetiva y peligrosamente involucrado por haber procreado y educado hijos en este periodo.

Entendiendo “Generación” como aquel conjunto indefinido de individuos que nacen en un periodo similar de años (entre 10 y 30 años dicen que son suficientes para marcar una generación) y que comparten elementos culturales, morales o de creencias que marcan sus vidas. Yo entonces incorporaría a estos 17 años del chavismo, como ejercicio azaroso, 13 años adicionales previos a su llegada al poder para redondear en 30 años, como establecí antes, su radio de influencia en una nueva generación (1986-2016).  Es decir iniciando con chamos que cumplían 13 años cuando Chávez y su Socialismo del Siglo XXI arrancaron con toda esta historia hasta nuestros días cuando ya estos mismos a sus 30 años no han convivido consciente y políticamente ni otro modelo, ni otra ideología, ni otra gente, ni otro color, ni otro estilo de gobernar este país que el del chavismo-madurismo.

Sin pretender generalizar, es indudable que esta cohorte generacional (1.986-2016), se ha ensalzado de una sociedad en decadencia donde coexisten, a la orden del día, los antivalores de una sociedad sumergida en la cultura de la violencia promovida desde la cúspide del poder público (Miraflores) drenando hasta el tuétano del tejido social –si cabe el término- hasta salpicar al más humilde de los ciudadanos.

En esta sociedad, la muy criticable viveza criolla entremezclada entre el “cuanto hay pa´eso” y el “póngame donde haiga” se quedó corta y atrás, para dar paso a una estirpe de venezolanidad, ese “nuevo hombre” tan cacareado por la supuesta revolución, resultó ser realmente un fraude, un mediocre, y no mediocra, donde el libro, la disciplina, el trabajo duro y honesto, la unión y la seguridad familiar fueron sustituidos por la chabacanería, el irrespeto, el malhablado y el malandraje.

Todos esos vicios presentes en la llamada 4ta república, se han multiplicado en estos 30 años a la enésima potencia. Esa generación mayoritariamente mediocre decide no estudiar o se forma con niveles muy bajos de calidad respecto a la relación ideal enseñanza-aprendizaje, no trabaja o trabaja en subempleos o empleos de muy bajo nivel e ingreso y no come o come poco y con bajísimos niveles de nutrientes.

Esa generación mayoritariamente mediocre tiene muchos rostros y todos nos la tropezamos todos los días en todos lados, es protagonista de la improductividad, la incertidumbre y la desesperanza. A veces, tiene rostro de victimario y otras veces de víctima. Buena parte ha optado con suerte por irse de su patria pero la mayoría se ha quedado a la suerte de la que fue su patria en la cual ahora se siente perseguida porque el robo o la muerte le acecha. Incluso, muchos se han perdido en las tinieblas de las drogas y el dinero fácil, otros se asociaron al gobierno por parte del cual reciben una pequeña renta a cambio de poco esfuerzo como cuidarlo, con intolerancia, de los malos por pensar distinto y porque quieren derrotarlo con votos.

Ahora muchos “bachaquean”, otros se montan en su caballito chino de hierro para bien o para muy mal, otro tanto se la pasa entre cola y cola, una que otra pelea y por qué no, hasta participa con alevosía en un linchamiento. Otros luchan pacíficamente por cambiar la cosa pero saben que se exponen a que los del poder excesivo les inventen oscuros expedientes, les violen sus derechos con gas del bueno, los condene una justicia sin venda o queden a merced de la peligrosa manipulación política, la misma que se atreve a convertir casos tan aberrantes como el de aquellos jóvenes venezolanos que asesinaron y luego profanaron el cuerpo sin vida de una joven madre en un hecho político para culpar, falseando todo, a la oposición, algo no menos dantesco que valerse del impacto del sangriento asesinato del joven diputado Serra por parte de sus escoltas en una novela política cuyos estelares terminaron siendo el expresidente Uribe, como el supuesto autor intelectual, y la propia desconocida madre del fallecido a quien promovieron enseguida como candidata a diputada del PSUV a ver si su rol de víctima y heroína les haría subir los voticos que en otrora tuvieron en las parroquias de la capital.

Lo cierto es que aquella generación de los 80´s si no lo era, pues ahora si quedó boba frente a esta 1.986-2016 que, influenciada por los excesos y abusos del poder de la camarilla que nunca se alternó, el militarismo partidizado, la impunidad como bandera de la administración de justicia, la inflación más alta del mundo y la violencia criminal mas vergataria de Latinoamérica, inevitable y justificadamente, no le quedó un mejor seudónimo que el de la generación mediocre.

Generación donde priva la vulgaridad, el poquísimo respeto por Venezuela, la transgresión con “permiso oficializado” para violentar  la Ley, que amenaza y arremete contra los principios, que marca la diferencia trágica entre la Venezuela democrática y la de ellos, que anarquizan y abusan con descaro e impunidad.

Ese Mediocre es genuflexo y todo lo ve en función de algún beneficio para su bolsillo, no repara en guardar las apariencias porque su visión es a corto plazo, no le importa la humillación porque para él  forma parte de su patrón de conducta, la sinvergüencería, la inmoralidad de sus relaciones, la prebenda es el motor que lo mueve. Lo puedes ver de varias poses en un mismo escenario, como por ejemplo entorno al supermercado donde te aventuras a encontrar algo escaso de tu dieta básica: te lo encuentras afuera coleándose bajo amenaza, a la vez de uniforme militar cobrándole a otro que le entrega su cédula para que lo adelante en la misma cola, luego adentro, en la caja recibiendo una propina para simular que su cédula termina en el fatídico número del día o en forma de supervisor entregándole la mercancía, que a ti y a otros como tú les tocaba, a los uniformados o al cliente de la buena paga, ahí, a donde vayas hoy siempre está el flamante representante de esa generación mediocre.

Afortunadamente a la par de esa generación mediocre un grupo importante y creciente ha sabido esquivarla y no se ha dejado envolver  por estar convencidos que en algún momento este proceso decantará, dará un giro y vendrá una estancia. No tiene sentido perder la esperanza. Ese es el objetivo de quienes manipulan y sueltan a esos demonios: mantenernos lejos. No nos podemos dejar vencer por la mediocridad y para ello no debemos esperar nuestra oportunidad sino asaltar el momento y hacerlo nuestro antes que nos pase por encima y sea muy tarde. ¡Venezuela no espera más! #YoRevoco

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