Eudoro González: ¿Un caballo sin estirpe heroica relincha en la frontera?


Caracas, 26 de agosto de 2015.- La historia está llena de faenas heroicas, guerras y encuentros de los cuales se nos cuentan grandes hazañas. Muchas de ellas son espontáneas, producto del arrojo y la valentía de sus protagonistas. Otras son recreadas y generadas artificialmente, cuando no se tiene de lo anterior, pero se necesitan galones en los hombros.

Un buen amigo siempre ha insistido –jocosamente- en que la historia de nuestro Libertador, contiene algunos agrandamientos en sus hazañas. Te montas en un caballo en Caracas sales para Bolivia, llegas allá, te caes a plomo y en la noche te vas a cenar con una amiga quiteña –con Manuelita pues-. Suena a mucho con demasiado. Sin embargo, nadie duda que tanto Simón Bolívar como Palomo –una bestia blanca de gran estatura y con una cola que llegaba hasta el suelo- tienen sitio de honor en la historia de las heroicidades. En su lomo, El Libertador venció en la Batalla del Pantano de Vargas,  en Boyacá, Bomboná y Junín.

Muchos otros equinos han llenado páginas en la historia. Según Rubén Darío: “No se puede concebir a Alejandro Magno sin Bucéfalo; al Cid sin Babieca; ni puede haber Santiago a pié”. Imaginen a Don Quijote sin Rocinante. Un caso notorio, fue el del Emperador Calígula, que ascendió a Senador Romano a su equino “Incitatus” (Impetuoso).

De lo que no cabe duda, con sus claros y sus oscuros; los jinetes de estas impresionantes e históricas bestias, eran en si mismos como decimos en criollo; tremendos caballos. Batalladores y bregadores como pocos.

A raíz del cierre de la frontera con Colombia, viene a la memoria aquel tipo de acciones con vocación de grandeza, pero cuya pequeñez de fondo hacen aflorar su debilidad. Peligrosas decisiones tomadas desde la sin razón. Ahora resulta que hemos descubierto lo complejo del ambiente fronterizo. Es ahora que sabemos del contrabando, del bachaqueo, de la impunidad, etc. Hace un año pasé el puente  Simón Bolívar –por cierto y sí tanto lo veneran de verdad, deberían quitarle el nombre del Padre de la Patria a eso-, y lo que se ve alrededor y lo que se respira es trampa e impunidad. La diferencia depende de qué lado de la línea estés.

De nuestro lado hay caos. Calles estrechas y colas largas de carros de todos los modelos y edades, esperando para cruzar. Un puesto de la Guardia que ocupa todo el escenario y que es protagonista de muchas de las calamidades fronterizas. Del otro lado hay orden, limpieza, calles y autopistas nuevas. Ni hablar del Aeropuerto de Cucúta.

Al puro estilo de Donald Trump, Maduro dice: “De Colombia se está viniendo a Venezuela toda la pobreza y la miseria”. Venezuela envía a Colombia personal calificado. Sí, es verdad, pero sólo la última parte. Nuestro país eyecta a mucha gente calificada para el extranjero, pero eso no sucede porque sea una política de Estado con la intención de cooperar con el mundo. No mis amigos, es todo lo contrario. Lo que es Política de Estado del Gobierno actual, es fastidiarle tanto la vida a la gente, cerrar las oportunidades de la gente, que a aquellos no les queda otro remedio que marcharse.

El cierre de la frontera, sometiendo a hermanos colombianos a toda clase de vejámenes, registrando casas, allanándole más la vida a los ciudadanos y con estado de excepción incluido es un combo peligroso para nuestras relaciones internacionales, incómodo para la democracia y las libertades individuales; y facistoide por donde se le mire.

Debe buscarse y castigarse en buena lid a los responsables del ataque a nuestros militares. Debe explicarse claramenteronteraF cuál era la misión de esos oficiales y por qué estaban en esa zona. Porque sí de contrabando se trata, en nuestra frontera sucede a diario ante la mirada pasiva de las autoridades. Eso no es nuevo.

Este berrinche fronterizo tiene tufo a cualquier cosa menos a defensa de la Patria y a su honor. Nada de caballos como los de antes. En nuestros días lucen raquíticos ante la imponente estampa de Palomo o ante la grandeza del soñador de la Gran Colombia.

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