Eudoro González: Claridad en la calle y oscuridad en la casa


Caracas, 13 de mayo de 2015.- Esta frase resume para mí el viaje Presidencial a Rusia a participar en el desfile por el triunfo de aquella sobre la Alemania Nazi. Se trata de un hecho trascendental,  70 años han pasado desde el final de tan sangriento conflicto. Es Rusia un país con mucha historia. Leía a propósito de este evento las reseñas de muchos medios internacionales, todos recordaban la foto Stalin, Churchill y Roosevelt. Una pelusa de figuras, puro cuartos bates. La actualidad es para ligas muy menores: Putin, Maduro y Castro.

Pero en un país donde está racionada: la luz, la comida, los medicamentos, la seguridad y hasta la dignidad de las personas, este viaje no es oportuno. Los líderes de la foto antes citada, tenían algo en la mano. Orgullo por sus tropas, poder para orientar al mundo entero después de una guerra tan sangrienta. Su predecesores acumulan desaciertos monumentales.  Cada uno de los nuevos fotografiados en Rusia, tiene sus prioridades. Putin enrrededado con su conflicto de Ucrania y el coste de ello en las relaciones internacionales rusas. Castro, empleado a lo suyo –ocupado con sus nuevas amistades imperiales-, trabajando para normalizar la golpeada vida cubana; y nuestro presidente prioriza pagando un viaje millonario al otro lado del globo, para lucir pocas glorias. El petróleo por el suelo, deudas a granel, la gente agotada y los choros gozando un puyero.

Pensemos que tal vez el viaje para celebrar este icónico aniversario sí responde a intereses geoestratégicos y geopolíticos del gobierno venezolano y por ende de toda la patria. Está bien, el problema es que tampoco nos dicen los resultados de este viaje al Kremlin a disfrutar de un espectacular desfile militar encabezado por uno de nuestros favoritos, Vladimir, el hijo de los señores Putin.  Gran amigo de esta casa que llamamos Venezuela y que él también ha dicho que somos muy amigos, mejores amigos, compinches de aventuras pero que en esta ocasión al parecer no tuvo mucho tiempo para Maduro o por lo menos no existe registro gráfico en las activas redes sociales gobierneras. Una que otra fotico con un ángulo en donde el todopoderoso Vladimir y su homólogo Nicolás aparecen en la misma toma aunque tampoco muy cerca.

Volviendo a la frase popular que rescatámos para darle título a ésta columna, me hace pensar que no hay ganas de aceptar lo mal que estamos. Nicolás Maduro y todo su gobierno nos piden e imponen sacrificios. A todos por igual, camaradas incluidos, pero a ellos no se  les ve haciendo ninguno. Para los de a pié oscurana. Colas y restricciones para todo.

Por su lado el gobierno insiste en una importante agenda internacional. No hay resultados palpables. Concediéndoles el beneficio de la duda, pensemos que los resultados son buenos, pero tan buenos, que se los reservan para algún “gran revolcón” de estos que nos tienen acostumbrados y en donde dicen mucho y nada a la vez. Mientras todo esto pasa, en la “calle” internacional Maduro se presenta y se representa de manera impoluta como si en Venezuela viviéramos la plena abundancia, la gracia de un período de bonanza.

Cuba, China, Rusia (tres veces en este año) y Arabia Saudita, han sido destino este año. Pero de reportes positivos para nuestros intereses, nada. Cuidado con llevarse tanta luz de Venezuela para afuera, recuerden que ésta tan bien escasea aquí.

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