Tomás Guanipa: Tensión social


Caracas, 13 de enero de 2015.- Es asombroso como el Gobierno sigue dejando avanzar la inconformidad y el descontento de la población. La inacción oficial se ha traducido en caos, tensión y padecimientos para los venezolanos; lo que representa un peligroso escenario.

Sabemos que el modelo impuesto generó daños profundos en la economía, que ya no pueden solventarse a corto plazo; pero resulta alarmante que la estrategia gubernamental a esta situación, sean campañas propagandísticas engañosas y declaraciones politiqueras que nadie cree.

No es un secreto que Nicolás Maduro se ha negado a tomar las medidas las medidas económicas que corresponden ante la crisis, por temor al impacto que generarán en su ya alicaída popularidad; pero el problema es que mientras ellos sacan cuentas y calculan como seguir atornillados en los privilegios del poder, los venezolanos estamos padeciendo los embates de una realidad insostenible. El desabastecimiento generalizado de productos básicos y el altísimo costo de la vida en el país, tienen a la ciudadanía al borde de la desesperación.

El Gobierno intenta eludir sus culpas acusando a la oposición, los empresarios y al imperio de ser los promotores de absolutamente todos los problemas del país; pero la población no está aceptando ese discurso, ya usado en exceso en estos 15 años de modelo autodestructivo, y está responsabilizando a quienes están en el poder por la situación actual; dicha percepción se ve reflejada en diversos sondeos de opinión hechos por encuestadoras independientes.

Es absolutamente burlesco que Maduro siga diciendo que somos un país potencia, cuando aquí hay que hacer enormes colas para conseguir alimentos básicos, los hospitales no insumos para atender a los ciudadanos, tampoco hay repuestos para los carros; y además, según cifras del Banco Central de Venezuela, tenemos una inflación de 64% y una economía en recesión.

Debemos destacar que estas medidas que ahora se deben tomar, son producto del modelo autodestructivo que impusieron aquí en estos años de revolución, por tanto el Gobierno debe asumirlas; y tiene la obligación de buscar la manera de que no afecten directamente a nuestro pueblo más pobre. No tomar acciones, dejar correr la arruga y jugar con el desespero de la ciudadanía es sumamente negligente, y abre las puertas a escenarios de mucha inestabilidad.

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