Caracas, 05 de enero de 2015.- Hace apenas un mes durante la celebración de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en México, el vicepresidente de la República, Jorge Arreaza, denunciaba y solicitaba más controles para evitar el robo de cerebros. Esto, refiriéndose a la estampida de jóvenes que abandonan el país en búsqueda de mejores oportunidades.

Cómo no recordar esas palabras durante el pasado asueto navideño. Para los venezolanos, la Navidad es una época sumamente importante. En efecto, como alguien bien decía la llegada del año nuevo permite hacer un reseteo, un quiebre, un hito en la vida de cada uno. Y para aguardar su llegada, los venezolanos suelen movilizarse al encuentro con familias y amigos.  Pero sin duda 2014 fue bastante particular, hasta para celebrar la Navidad.

En este año la estampida fue excepcionalmente violenta. Tan violenta como la terrible noticia con la que amanecimos el pasado 06 de enero de 2014. El asesinato de Mónica Spear todos sentimos que la esperanza y el optimismo de un nuevo comienzo, del borrón y cuenta nueva se veían empañados una vez más, por la inseguridad que nos golpea.

Mientras tanto, el Estado sigue sin actuar. Y más venezolanos deciden hacer tienda aparte en otro país.  Prefieren la separación física temporal de sus más grandes afectos, que la separación definitiva causada por la violencia.  Lo peor es que este germen de la violencia penetra todos los estratos, incluso a los más privilegiados círculos del Gobierno. Nadie está exento de esta situación generada por la gran impunidad. ¿Será que en este 2015 de una vez por todas se hará algo por mejorar esta situación? Sin duda alguna es éste el deseo más anhelado por la mayoría de los venezolanos, que más temprano que tarde sean la violencia y la inseguridad quienes emigren de este país.