Jorge Barroso: ¡Querido Niño Jesús...!


Caracas, 10 de diciembre de 2014.- Llegó diciembre, época de reflexión, reencuentros y cambios, pero sobre todo de anhelar esperanza; un deseo que este año, sin lugar a dudas, se ha visto bastante golpeado.

No hay ama de casa, obrero, estudiante o empresario que no esté preocupado por la altísima tasa de inflación, el desplome de los precios del petróleo, la acelerada devaluación de nuestra moneda, la falta de alimentos y medicinas, o el discurso violento de quienes en teoría deberían garantizar tranquilidad, confianza, calidad de vida y progreso a todos los venezolanos.

La realidad es que tendremos una Navidad bastante diferente. Austera, en incertidumbre y con muchos de nuestros seres queridos en la distancia; unos porque están presos por pensar diferente, otros porque decidieron buscar un mejor futuro en otras tierras. Pero el reto es aún mayor, y es que pese a la debacle, aún tenemos mucho que dar para sacar a flote a nuestras familias y al país.

Sobran razones para seguir luchando sin renunciar a nuestras diferencias; solo tenemos que levantar la mirada y caminar hacia ese progreso que tanto deseamos y merecemos. Una Venezuela donde el sueldo alcance para llevar los alimentos básicos a la mesa; donde los pacientes con enfermedades crónicas tengan garantizado su tratamiento; donde nuestros adultos mayores vean reivindicados sus años de trabajo y dedicación; donde los jóvenes tengan oportunidades de crecimiento y profesionalización; donde podamos caminar tranquilos sin miedo a una muerte violenta; donde podamos vivir en democracia, respetando las afinidades y desacuerdos.

Somos mayoría y en diciembre de 2015 tendremos la oportunidad de demostrarlo. Ganando espacios en la Asamblea Nacional alcanzaremos un contrapeso sano que, entre otras cosas, impulsará la re-institucionalización del Estado, tan necesaria para reencontrar la justicia, la paz y el crecimiento económico. Sin instituciones públicas fuertes e imparciales, los cambios que aspiramos permanecerán en manos de unos pocos, y no de la colectividad.

Por una Venezuela productiva, con empleo, crecimiento económico, libre, sin censura, segura, que no dependa del ingreso petrolero para su desarrollo, que pueda ofrecerle un feliz regreso a quienes han decidido irse, vale la pena seguir luchando. ¡Manos a la obra! Y Feliz navidad.

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