Armando Briquet: El pasado que vuelve


Caracas, 09 de noviembre de 2014.- Ocurrió un viernes de noviembre, el pasado viernes para ser exactos. El Comité contra la Tortura de la Organización de Naciones Unidas se reunió en Ginebra para oír la posición del Estado venezolano frente a las preguntas de los miembros del comité, formuladas a partir de las denuncias sobre violaciones a los DDHH, tratos inhumanos y torturas presentadas por familiares, y Organizaciones No Gubernamentales ante la instancia internacional.

El jefe de la delegación venezolana, empezó su intervención, obviamente y como ya es costumbre haciendo referencia al "pasado" venezolano, a las violaciones de derechos humanos fundamentales cometidas en décadas anteriores, persecuciones y otros abusos. Siempre los del pasado, claro está.  Pero se le escapó algo interesante que queremos traer para la reflexión, dijo que este proyecto no puede repetir el pasado.

Sí, increíble, luego de 15 años insisten en que no pueden repetir el pasado ¿y este gobierno desgastado qué es? ¿Acaso no se dan cuenta de lo que están haciendo?

Enfoquémonos solo en las características de las denuncias presentadas ante este Comité, y juzgue usted si no le resulta demasiado similar al pasado del que tanto reniegan. Hay personas que han sido víctimas de torturas y malos tratos, aun sin estar oficialmente detenidos, sino incluso bajo custodia de los organismos de seguridad, por las protestas ocurridas a principios de este año. Respecto a la represión en las manifestaciones de febrero, la mejor respuesta de la representación oficial fue: qué querían ustedes. Imagínese en manos de quiénes estamos.

El hacinamiento en las cárceles, los malos tratos a quienes realizan visitas, la vejación a mujeres, y discriminaciones de todo tipo constituyeron el pliego de denuncias presentadas ante la ONU. Nada distinto a lo que en otras décadas ocurría, con el aditivo a que el mundo vive otro siglo, el XXI, y en Venezuela gobiernan quienes nos quieren mantener en lo peor del siglo XX.

Mientras el mundo lucha por superar desigualdades, por desdibujar las diferencias y los encasillamientos, por formar y hacer mejores ciudadanos, en Venezuela las ONG son amenazadas, y sometidas al escarnio público. Y ni hablar de los presos políticos, encarcelados en un reclusorio militar, incomunicados y vejados siempre que al poder se le antoje.

Nada de lo que aquí se expone se parece al progreso, ni al porvenir que soñamos para nuestras familias ni para nuestro país. La ambición del poder encerró a este sistema junto a sus peores demonios, los del pasado.

Eluniversal.com

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