Adriana D´Elia: Cada venezolano tiene un compromiso político con su comunidad


Caracas, 31 de agosto de 2014.- No pocas veces uno escucha en reuniones familiares, de amigos o vecinos, en la espera por realizar algún trámite y ahora en las cada vez más comunes colas para comprar alimentos, medicinas, o cualquier otro de los muchos productos que se encuentran escasos, “estoy harto de la política”. La frecuencia con que solemos escuchar estas palabras es una señal de alarma, pues nos muestra la poca comprensión que existe sobre la importancia de la política y, especialmente, sobre el rol que deben jugar las organizaciones políticas de base en el cambio que los venezolanos necesitamos. Debemos pasar de la antipolítica a abrazar y rescatar los principios y funciones de la organización de base, que debe gestarse y consolidarse en cada familia, en cada comunidad y en cada grupo u organización social.

Lo importante es que, a pesar de los prejuicios o malas experiencias que pudieran llevar a ese tipo de expresiones de rechazo, también encontramos en cada contacto con las comunidades, en los recorridos y asambleas populares que hacemos en Miranda, mucha gente que tiene la disposición de reflexionar y que siente que puede ser parte de la solución. Y esa es la actitud política que debemos asumir como ciudadanos.

Quiero compartir una frase de Fernando Savater, en su libro Política para Amador, que explica que la política tiene que ver con todos y cada uno de nosotros: “…la actitud política busca otro tipo de acuerdo, el acuerdo con los demás, la coordinación, la organización entre muchos de lo que afecta a muchos. Cuando pienso moralmente no tengo que convencerme más que a mí; en política, es imprescindible que convenza o me deje convencer por otros. Y como en cuestiones políticas no sólo se trata de mi vida, sino de la armonía en acción de mi vida con otras muchas, el tiempo de la política tiene mayor extensión: no sólo cuenta el deslumbramiento inaplazable del ahora sino también períodos más largos, el planeamiento de lo que va a ser el mañana, ese mañana en el que quizá yo ya no esté pero en el que aún vivirán los que yo quiero y donde aún puede durar lo que yo he amado”.

Si algo nos caracteriza a los humanos es que tenemos la capacidad de transformar la sociedad. No necesariamente la sociedad en la que nacimos es la sociedad en la que vivimos y en la que morimos. Lo más importante es que todos y cada uno de nosotros tiene en sus manos el poder de influir, de dibujar esa sociedad, para lo que, ciertamente, necesitamos convencer a otros de nuestro punto de vista y sumarlos a nuestra búsqueda. Es indispensable reconstruir el valor y los significados de la acción política diaria, más allá de la contienda electoral.

¿Qué necesitamos para lograrlo? Formar auditores y comités comunitarios que velen por el cumplimiento de compromisos y la preservación de las obras, promover valores comunitarios y democráticos, formar a las comunidades para que conozcan sus derechos constitucionales y puedan defenderlos. Además debemos hacer que las comunidades se involucren y aporten soluciones y propiciar el encuentro de sectores sociales con necesidades comunes.

Para lograr sumar a otros a nuestra causa, que es el cambio en Venezuela, hay que comenzar por recordar que no es lo mismo la actuación política que la actuación partidista. La política está implícita en cada uno de los actos que realizamos como miembros de una familia, de una comunidad, de un gremio, de un país. Actuamos políticamente cuando nos organizamos como padres en un consejo educativo; cuando nos agrupamos como profesionales para luchar por nuestros derechos; cuando en una junta de condominio nos ponemos de acuerdo con nuestros vecinos. Cuando las comunidades hacen contraloría social de las obras y se reúnen con nosotros en asambleas populares estamos ante un acto político. Para nosotros como servidores públicos, escuchar a la comunidad es una de las responsabilidades políticas que tenemos, de allí la importancia que le damos a las asambleas y recorridos por nuestras comunidades. Los gabinetes parroquiales son un buen ejemplo de una nueva forma de hacer política en Venezuela, porque en estos encuentros respetamos el derecho político de la libertad de pensamiento y la libertad de expresión.

La organización política y social no debe limitarse al momento electoral, es fundamental para que el pueblo defienda sus derechos y logre plantarse, como dice Capriles, ante un gobierno que tiene al país en franco retroceso. En definitiva, de lo que se trata es de promover las organizaciones políticas de base para que las comunidades comprendan la importancia de su acción política como vía para la solución de sus problemas y superen los prejuicios existentes por las malas experiencias que han dejado el populismo y la demagogia. Hay que estimular en las personas su compromiso político con la comunidad y fortalecer las habilidades de liderazgo de los voceros de las comunidades y orientarlos para el establecimiento de un plan de acciones orientadas a unir, organizar y actuar en función de un cambio.

Como dice Henrique Capriles: “El trabajo que tenemos que hacer quienes nos dedicamos a servir al pueblo y creemos en la unión, el cambio y el progreso es convencer al 80% de venezolanos descontentos, de que podemos tener una Venezuela de progreso”.

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