Jorge Barroso: Hambruna y control


Caracas, 27 de agosto de 2014.- La combinación de una inflación que supera el 65%, una escasez de alimentos cercana al 30%, y la imposición de una libreta de racionamiento electrónica, pudiera ser un peligroso detonante para la ya malquerida calidad de vida del venezolano. Estamos hablando de un pueblo que se ha visto obligado a distorsionar su patrón alimenticio por falta de rubros tan básicos como la harina de maíz, la carne o la leche, y que según especialistas de la salud comienza a sufrir de desnutrición.

Suena a exageración, pero la realidad es que nos estamos alimentando muy mal. En la titánica tarea de sustituir alimentos, ingerimos más calorías, lo que ha incrementado los casos de obesidad en el país. Nuestros niños están comenzando a padecer desnutrición proteica, por falta de lácteos, y eso a su vez está afectando su crecimiento. Una dramática realidad.

Nos comentaba la señora Mayra González, durante uno de nuestros recorridos por el municipio Sucre, “en mi casa la dieta se ha vuelto monótona. Depende mucho de lo que se consiga y de lo que podamos comprar, porque los precios son muy altos. Estamos comiendo mucho pan, arepa y espagueti. Carne casi nunca y pollo al menos una vez a la semana. He aprendido que la combinación de granos con arroz, hace las veces de una proteína, y así vamos. Sobreviviendo”.

Como Mayra, la mayoría de los venezolanos estamos sobreviviendo a las malas políticas del gobierno. Según los propios datos del Banco Central de Venezuela en junio hubo escasez de al menos 20 rubros alimenticios, y en julio, el Centro de Documentación y Análisis Social, Cendas, reportó inexistencia de 17 de los 58 productos de la cesta básica. A esta realidad se suma la temida aplicación de la “libreta de racionamiento”, una vulgar y humillante imitación de la tarjeta de abastecimiento que fiscaliza la dieta diaria de los cubanos desde hace más de medio siglo. Esto, lejos de resolver el contrabando y el desabastecimiento de alimentos y medicinas, traerá más hambre y caos a Venezuela.

Lo hemos visto en los grandes supermercados. Desesperación, depresión y colas interminables. Hombres y mujeres marcados en el brazo para poder adquirir un bien comestible. Encontronazos verbales y físicos por un kilo de pollo, un litro de aceite  o una simple lata de atún. ¿Es necesario enfrentar esto? ¿En realidad tenemos que pasar por una máquina capta huellas para ver garantizado nuestro derecho a la alimentación?

Una vez más el gobierno está atacando las consecuencias y no las causas, lo que hace prever que el polémico sistema biométrico será un nuevo fracaso de la llamada “Revolución del siglo 21”, como lo han sido el control cambiario, la Ley de Precios Justos y el propio control de precios.

Estamos frente a una crisis económica, alimentaria y de salud que no se combatirá con formulas de control, y usted lo sabe Presidente Maduro. Lo dijo en junio de 2013, y lo citamos textualmente: “La solución al problema económico del sobrecalentamiento de consumo no es un chip, ni un ticket (…) La solución es producir, producir y producir”.

Vamos entonces a incentivar la producción nacional. Dejemos a un lado las diferencias políticas, y asumamos de frente la lucha contra la hambruna y la pobreza en Venezuela, sin distinciones políticas.

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