Armando Briquet: ¿Y las instituciones?


Caracas, 01 de agosto de 2014.- Las instituciones en nuestro país parecen estar atravesando su peor momento. Las instituciones políticas tanto del partido de gobierno como de la oposición reflejan la grave crisis que vivimos como ciudadanos y como comunidad organizada.

En el partido de gobierno, la imposición de criterios caudillistas en detrimento de la discusión necesaria que caracteriza a cualquier organización política ha traído roces y divisiones que trascienden las paredes del Psuv. No hay autocrítica ni reflexión por parte de quienes detentan con soberbia el poder.

Por otro lado, en la coalición opositora se confrontan modelos distintos de hacer política y se reniega de un gran camino avanzado. Se retienen en la forma de hacer las cosas y no se avanza en seguir construyendo la mayoría necesaria para vencer y gobernar el país.

Como si eso fuera poco, nos encontramos además con que las instituciones del Estado –llamadas a trascender y mantener a la nación en equilibrio– no rinden cuentas ante el pueblo, sino ante su partido, el mismo partido que tiene una crisis interna porque las quejas y los cuestionamientos son dejados a un lado.

El miércoles, vimos que el Psuv realizó una especie de interpelación a los ministros del Gobierno donde quizás intercambiaron algunas opiniones, y hasta pidieron explicaciones sobre distintos temas, como la crisis económica y las posibles medidas económicas que llegarían tarde a resolver este caos. Y todo parece indicar que la aceptación de las medidas se va a acatar como una orden marcial por esa militancia, sin el más mínimo cuestionamiento. Pero ¿dónde quedó el papel de control de la Asamblea Nacional?

Quien no participó en ese congreso ¿a quién le hace esas preguntas, a dónde acude para que le expliquen qué es lo que va a pasar en los próximos meses? ¿Dónde quedó el acceso de los medios de comunicación a la información oportuna?

El rescate de las instituciones, de la discusión política como mecanismo de solución de diferencias, y dejar de ver la política como espectáculo sino como medio para construir un mejor país, se hace fundamental. De lo contrario, seguiremos hundiendo al Estado y fortaleciendo el caudillismo y el parcelamiento de la nación.

Es urgente asumir el liderazgo de esos cambios en estos tiempos. Mañana puede ser tarde.

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