Tomás Guanipa: La indolencia


Caracas, 29 de julio de 2014.- Cada vez indigna más ver cómo este gobierno se autodenomina protector y defensor de los derechos de los más pobres; cuando lo que hace día tras día es disminuir la capacidad adquisitiva y las posibilidades de progreso de todos los venezolanos, y especialmente de los que menos tienen.

Es innegable que el modelo económico impuesto por quienes hoy están en el poder arruinó al país; y aunque Nicolás Maduro lo niegue, es evidente que ahora no hay los recursos que se requieren para cubrir las necesidades que demanda la nación. Por eso, entre otras cosas, es que no hay azúcar, aceite, harina y leche en los supermercados y  vemos larguísimas colas de venezolanos que pasan horas intentando conseguir alimentos para sus familias.

Pero el problema es más grave y generalizado que eso, resulta que por la falta de dólares no hay repuestos para vehículos, y por eso el 40% de los autobuses agremiados en líneas de transporte en el país, están parados; tampoco hay materia prima para que las disminuidas industrias que quedan en Venezuela produzcan, ni liquidez para las  importaciones. Por esta razón no hay pañales para los recién nacidos, ni desodorantes ni afeitadoras. Tenemos un 60% de escasez de medicamentos; y hemos llegado al límite de que ya conseguir aceite de motor es una proeza.

Durante las últimas semanas, hemos vistos protestas de lancheros en el Oriente que no tienen cómo trabajar por falta de repuestos para sus peñeros, personas con VIH que no consiguen retrovirales para sus tratamientos, pacientes de diálisis que no tienen dónde acudir, autobuseros azotados por la inseguridad, comerciantes que no tienen electricidad, trabajadores de las empresas básicas que exigen reivindicaciones salariales, transportistas de carga pesada que tienen que esperar 3 días en una cola para poder llegar a Nueva Esparta. Y como estos ejemplos hay cientos más, que producen enorme indignación, porque estamos en un país que cuenta con todas las condiciones para que todos sus habitantes vivan bien y dignamente.

Sin embargo, el Gobierno menosprecia las necesidades que pasan los ciudadanos; y cree que con demagogia la gente deja de padecer esta triste realidad. La desidia gubernamental para dar soluciones y el fracaso de este modelo, tienen a los venezolanos pasando trabajo como pocas veces había ocurrido.

La indolencia que demuestran ante los problemas básicos de electricidad, agua, transporte y seguridad que estamos sufriendo todos costará caro, porque el pueblo es noble y ha sido muy paciente; pero no es gafo.

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