Eduardo Battistini: Fractura roja


Caracas, 03 de julio de 2014.- En los últimos días hemos visto cómo el partido de gobierno ha empezado a sufrir una suerte de guerra civil a lo interno por diferencias claras con Nicolás. Desde mi apreciación están sucediendo varias cosas: en primer lugar, una pugna por los espacios de poder económico; sin duda, tener el control de PDVSA y del funcionamiento de Cadivi es un tesoro que los grupos internos del partido matan por controlar y disponer para seguir enriqueciéndose y teniendo más poder.

En segundo lugar, existe una clara disputa por el poder político; está clarísimo que la decisión de Chávez de dejar a Maduro contaba con su legitimidad pero no con el consenso de todos los líderes del partido de gobierno, su aceptación para el 14 de abril fue una cuestión de mera supervivencia, pero hoy vemos cómo claramente hay cuatro grupos marcados que hacen vida en el gobierno: el madurismo , los sobrevivientes del gobierno de Chávez, los militares dirigidos por Diosdado y los partidos de la alianza. Maduro no ha podido cohesionar ni al partido ni al polo patriótico y ya empiezan estos sectores a moverse para públicamente debilitar la imagen de Nicolás.

Está claro que este proceso está en camino a derrumbarse, que la pugnacidad interna es insostenible y que sin duda Maduro, quien arrancó con una legitimidad de origen débil ahora carece de legitimidad de ejercicio para tanto opositores como chavistas, esto amerita de inmediato trabajar muy duro y en unidad en organizar a la mayoría para garantizar una salida democrática y en paz a este gobierno; apostar al caos, la violencia y la confrontación le daría oxigeno a esta revolución desahuciada y sin futuro.

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