Angel Medina: La reconstrucción de una nación


Caracas, 29 de mayo de 2014.- Un individuo logrará ser libre, independiente y constructor de una sociedad justa en la medida que acceda, reciba y genere conocimiento porque aprender es un proceso personal que, a su vez, se convierte en colectivo;  donde exista un espacio para la creación y transmisión del saber, se generará una interrogante, un reto por transformar y comprender lo inexplicable y un camino de soluciones a los problemas.

No existe un acto de mayor realidad que la enseñanza porque cada acto de impartir conocimiento se transforma de manera directa e instantánea en un cambio del mundo material y espiritual del hombre.

El camino hacia el progreso de una nación está determinado por la importancia que la educación tenga para aquellos que detentan el poder; Finlandia, China, India, son naciones que, a pesar de sus profundas diferencias culturales, políticas y económicas, entendieron que la educación era la clave para su crecimiento, para su transformación como nación y hoy, más allá de sus imperfecciones y tareas pendientes, son naciones que han logrado sacar a millones de sus conciudadanos de la pobreza, mejorando de forma sustancial su calidad de vida; asi mismo, han colocado el estudio como valor fundamental de la familia y han logrado su inserción  en el mundo globalizado, competitivo, en la vorágine del mercado, sin abandonar sus raíces y tradiciones.

En nuestro país, no son pocas las políticas implementadas a lo largo de al menos las últimas tres décadas que apuntaron a poner el énfasis en la educación; muchos apostaron por la calidad, otros por el acceso, muchos más por la infraestructura y condiciones en la que se imparte la enseñanza. Todos estos esfuerzos fueron útiles pero emprendidos de manera aislada y sometidos a la constante interpretación política del gobierno en ejercicio.

El reto radica en unificar estas políticas, integrar nuevas propuestas y construir desde el pasado y presente un política de estado profunda y compartida que coloque a La Escuela como Epicentro del Cambio, como el punto desde donde se genera toda la energía necesaria para transformar nuestra nación, como el lugar por excelencia donde se encuentren todos los esfuerzos positivos, plurales y constructivos que nos permitan salir de esta profunda crisis en la que nos encontramos. Delineamos, entonces, varios planteamientos para considerar:

La Familia y la Escuela, como espacios ineludibles para el Progreso

Educar es un ejercicio de suprema importancia para el Estado, tan importante como defender el país, sanar enfermedades o administrar justicia.

Mí día, mi escuela: educación integral bajo condiciones reales que permitan implementar el turno completo en todo el país a todos los niveles.

Un pupitre por cada niño que nazca, viva  y crezca en nuestro país

Dotación amplia para toda la educación: hogares de cuidado diario; útiles y uniformes; desayunos, almuerzos y meriendas; instalaciones deportivas, científicas  y culturales en todas las escuelas.

Educar para la paz, la pluralidad, la vida, la creación e innovación, el bienestar y progreso; educar para la Democracia renovada.

Lograr que, al final de este camino, conquistemos la educación obligatoria para todos los niños, niñas y adolescentes de nuestra Venezuela.

Es momento de comenzar a repensar nuestro país, de reconocer nuestras potencialidades y de tomar el proceso de educar, aprender, crear y conocer como la vía necesaria para cambiar y enrumbarnos al progreso.

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