Caracas, 02 de mayo de 2014.- Nadie los decreta, se viven en silencio en los hogares de decenas de venezolanos que pierden un familiar a manos del hampa todos los días. Es un duelo que desgarra más, porque viene acompañado de impotencia por la injusticia y la impunidad. Madres, padres, esposas, hermanos y amigos que no esperan la justicia de los hombres, que solo tienen consuelo esperando que algún día la justicia divina haga su trabajo. No hay investigación exprés, no hay culpables, no hay condena pública y mucho menos hay una palabra de aliento de las autoridades. Es el duelo silencioso que vive Venezuela los 365 días del año.

Tan solo en el mes de abril 412 cadáveres fueron ingresados a la Morgue de Bello Monte en Caracas, un promedio de 14 asesinatos diarios. No son solo cifras, son historias de dolor que quedan prácticamente invisibilizadas ante las autoridades, más ocupadas en desacreditar a los periodistas de sucesos. Pero no todas las muertes de abril pasaron como una muerte más, por una se decretó duelo y se ordenaron inmediatas investigaciones ¿Es que el resto de las 411 familias no merece el mismo trato?

El tema de la inseguridad seguirá siendo un drama sin resolver mientras unas muertes tengan más peso que otras. Está demostrado que cuando los cuerpos de seguridad quieren demostrar celeridad en las investigaciones, casos emblemáticos son resueltos en apenas horas. Pero cuando se revisa en los expedientes de los delincuentes, se revela que son reincidentes, que llevan varias muertes encima, varios secuestros, varios robos. Pero como sus víctimas de antes no eran de renombre pasaron a engrosar las cifras de impunidad en Venezuela. El índice de impunidad en nuestro país alcanza el 90%, es decir, solo 9 sospechosos son detenidos por cada 100 homicidios.

La explicación de la violencia galopante está a la vista, hay otros factores más estructurales, pero la impunidad es el fundamental. Quien mata sabe que nunca será atrapado, sabe que lo protege la impunidad. El hampa se sentirá acorralada cuando el caso del hijo de Adriana Saavedra, asesinado el miércoles en Antímano de trece tiros tenga el mismo peso que el lamentable caso de Eliezer Otaiza.

En el interior del país la situación es peor, en las morgues apilan cadáveres esperando patólogos y los familiares tienen que hacer colas hasta para enterrar a sus muertos. El tema de la inseguridad desaparece y vuelve a colocarse en el debate nacional cuando le toca a alguien reconocido. Todos nos hemos acostumbrado a ver los asesinatos como cifras y a agradecer que no nos ha pasado nada.

¿Cuándo las autoridades voltearan su mirada a todas las victimas? ¿Cuándo tendrán justicia los miles de asesinados en nuestro país? ¿Cuándo dejaremos de tener en Venezuela 365 días de duelo? Por TODOS los muertos ¡JUSTICIA!