Elías Sayegh: El obstáculo para la paz


Caracas, 09 de abril de 2014.- Al momento de escribir este artículo confieso estar profundamente aturdido por la muerte de las dos personas que fueron asesinadas en el Ávila, una de ellas, Gustavo Jiménez, a quien conocí, estimé y dedico las presentes líneas.

Estoy seguro que muchos venezolanos pueden verse reflejados en la historia de Gustavo, una persona de unos cuarenta años, con una joven familia de niños pequeños, con medios suficientes para vivir en cualquier otra parte del mundo, pero sobre todo una persona con valores y con un sueño que fue ver a su país saliendo de este caos.

Recuerdo claramente una conversación con Gustavo, en la que me dijo que él tenía fe en Venezuela, que íbamos a salir de esto y que él estaba apostando todo al país. Lo demás ya es del conocimiento público...

Lo cierto es que vivimos en un país en donde el Estado no le garantiza a sus ciudadanos el derecho más elemental: la vida.

¿Podemos seguir pensando que el desborde de la delincuencia es fortuito, o por las desigualdades sociales?

¿Puede el Gobierno excusarse de su responsabilidad de garantizar la vida de los venezolanos?

Un Gobierno que ha comprado más armas que todos los gobiernos venezolanos juntos y que esas armas van a parar a civiles con una parcialidad política específica.

Un Gobierno que arma grupos paramilitares que no tienen ningún control y que actúan deliberada e impunemente.

Un Gobierno cuyo sistema de justicia sólo garantiza que los perseguidos seamos los que pensamos distinto y que los delincuentes estén en las calles.

Un Gobierno que permite que la droga circule por todas partes, y que los venezolanos se consuman en ese vicio.

Un Gobierno que controla todos los poderes públicos, y el 95% de los cuerpos de seguridad que hay en el país sólo sean utilizados para reprimir protestas legítimas.

Un Gobierno que permite que el sistema carcelario nacional sea controlado por "Pranes" y que esas cárceles sean universidades del delito.

Un Gobierno cuyos voceros principales han exacerbado la confrontación, la violencia y el odio durante 15 años.

¿Quién es responsable entonces de los miles de venezolanos caídos como Gustavo? ¿O es que el Gobierno utiliza al hampa como los cubanos utilizaron los paredones? Para sembrar un clima de miedo en el país.

¿Cómo sacar adelante a Venezuela cuando la gente que apuesta al país está siendo masacrada por el hampa, cuyo cómplice es nada más y nada menos que el Gobierno Nacional?

¿Quién les responde a los hijos de Gustavo que acaban de quedar huérfanos, y así como ellos a los miles de hijos huérfanos que quedaron desamparados por culpa del hampa y del Gobierno? ¿Quién responde a los padres de Gustavo o a los padres de tantas víctimas?

¿O es que acaso nos acostumbramos a oír cifras de muertos, sin pensar que esos fallecidos tenían nombres, familias, historias, sueños?

Y ahora está de moda que se hable de paz. ¿A cuál paz se refieren? ¿A la suya propia o a la paz del país? Se habla ahora de paz por casi 2 meses de protestas, pero nunca se habló de paz por los casi 25 mil muertos del año pasado. ¿Acaso la violencia es un problema nuevo? No se conseguirá la paz en una reunión televisada cuando no se está viendo el problema de fondo. No se puede hablar de paz y obviar todos los elementos que conducen a afirmar que el Gobierno es el principal promotor de la muerte y la violencia en Venezuela.

Hoy me atrevo a asegurar que el principal obstáculo para la verdadera paz en el país es el Gobierno Nacional.

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