Juan Pablo Guanipa: A los jóvenes de mi Patria Venezolana


Maracaibo, 20 de febrero de 2014.- Venezuela está pasando por muy mal momento. La crisis política, económica y social se ha venido profundizando por los errores y torpezas de un gobierno que nunca entendió que debía unir a los venezolanos, que debía hacer alianzas para tener ciudadanos con oportunidades de estudio, trabajo y progreso. Ustedes jóvenes, desde el 12 de febrero salieron a las calles y en multitudinarias manifestaciones pacíficas demostraron que quieren un cambio para su país, que también es nuestro. Nosotros los acompañamos y hemos seguido de cerca la lucha que libran. Es una lucha por la Venezuela que queremos construir para que este país tome otro rumbo, la misma que hemos librado muchos, desde hace más de 15 años. Con algunos aciertos y muchos errores, hemos ido ganando espacios para lograr la transformación democrática de nuestra patria. De esos aciertos y errores debemos aprender nosotros y deben aprender ustedes. Y de ese aprendizaje les quiero hablar.

Reivindico el derecho a la protesta. La protesta es una prerrogativa constitucional a la que podemos acudir espontáneamente, sin pedir permiso a nadie. Ustedes están en todo su derecho y su deber de protestar. Y nosotros de acompañarlos. Pero la protesta tiene que tener un fin, un objetivo. Y allí está el gran aprendizaje que nos han dejado todos estos años. No quisiera hacer un recuento exhaustivo, pero creo que desde 2002 hasta 2005 cometimos, entre otros, el grave error de creer en el inmediatismo, ese que nos lleva a pensar que tenemos que salir ya y cómo sea de esta situación. Esto, unido a los abusos que se perpetraban desde el poder, sirvió para “atornillar” a quienes han llevado a Venezuela a esta situación de crisis. Estoy seguro de que si hubiéramos dado pasos paulatinos pero contundentes, sin buscar salidas mágicas, hoy la historia sería otra. Pero al final, esta es la historia que nos ha tocado vivir y de ella, insisto, debemos aprender. Creo que la motivación de la protesta debe centrarse en los problemas que estamos viviendo los venezolanos, especialmente, los más pobres.

Repudio el desprecio por la vida que experimentamos en este país. No puede ser que este gobierno haya sido hasta promotor de una violencia que ha dejado tirados en la calle, muertos, a cerca de doscientos mil venezolanos en estos 15 años. Repudio la obstinación de imponer un modelo económico fracasado que acabó con el aparato productivo y que ha generado más pobreza, más hambre, más inflación, más desabastecimiento. Es humillante que los venezolanos tengamos que hacer colas interminables para comprar dos paquetes de harina o cuatro kilos de azúcar. Repudio la corrupción de altos funcionarios del gobierno, quienes agavillados con nuevos empresarios boliburgueses se han robado el dinero del pueblo para llenarse de lujos inocultables. Hoy en Venezuela la corrupción se mide en miles de millones de dólares y basta ver cómo, vía Cadivi le entregaron 25 mil millones de dólares a empresas fantasmas que luego los vendieron en el mercado negro, ese que se ha formado por las distorsiones económicas que este gobierno ha producido. Estas y otras son razones suficientes para protestar. Insisto en que la agenda debe ser la económica y social. Tenemos que exigirle al gobierno que rinda cuentas sobre estos y otros problemas frente a los cuales ha habido una absoluta impunidad.

Mientras desarrollamos todas estas protestas, tenemos la obligación moral de meternos barrio y campo adentro. Venezuela está dividida en dos mitades. Tenemos que salir a acompañar a quienes, pensando como nosotros, se encuentran pasando las peores calamidades. Con ellos tenemos que encontrarnos y organizarnos. La organización popular es clave en esta lucha que no debe quedarse en algunas calles o avenidas, sino que tiene que darse en nuestras comunidades. Pero también tenemos que conquistar a los que todavía creen en este gobierno o se ven obligados a apoyarlo por cuidar alguna prebenda que esta gente gastada del sistema intente darle para mantenerlos bozaleados, para utilizarlos y, así como se chupa la caña y luego se bota el bagazo, botarlos cuando ya no sirvan a sus intereses mezquinos y destructores.

Quiero invitarlos jóvenes, a mantener la protesta, dentro de los canales pacíficos que establecen el sentido común y el respeto a la democracia. Recuerden que este ha sido un gobierno promotor de la violencia porque le conviene. No le hagamos el juego. Quiero invitarlos a que juntos estudiemos la historia política de nuestro país. Tenemos que conocer más nuestro país profundo, conocer mejor el ser venezolano, interpretar adecuadamente nuestra patria y nuestra gente, para actuar cada vez con más tino y pertinencia. Y quiero invitarlos jóvenes, a que vayamos a las comunidades a trabajar en la organización popular. Más allá de nuestros colores o de la independencia partidista, asumamos cada uno, nosotros los acompañamos, un barrio, una urbanización, un sector. Hagamos de ese espacio nuestra segunda casa. Conozcamos a cada uno de sus habitantes. Veamos con quienes podemos contar y a quienes podemos conquistar. Concentrémon   os en su formación y organización y vayamos consolidando la alternativa que, con paso firme y en el menor tiempo posible, se convierta en la nueva mayoría, indiscutible mayoría a la que le tocará gobernar este país con un sentido de inclusión, unidad, trabajo y concreción de esa patria que a todos, pero especialmente a ustedes, nos toca construir.

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