Armando Briquet: Desigualdades que pesan a una nación


Caracas, 26 de enero de 2014.- "Las causas importantes de los hombres son como el olivo". José Pepe Mujica

A finales de 2013, muchos diarios, revistas, personalidades reconocieron a Pepe Mujica, presidente de Uruguay, como el personaje del año, por tomar las iniciativas más vanguardistas de este principio de siglo y aplicarlas en su país. A pesar de su edad y todo lo vivido, de lo cual aprendió y adquirió una gran sabiduría, Mujica constituye un ejemplo rompe paradigmas, con sus posiciones progresistas ha desafiado esquemas y encasillamientos. Su reto: vencer la desigualdad, reducir cualquier brecha política, social o económica. Su forma: predicando con el ejemplo, cumpliendo sus promesas y trabajando día a día por servir al pueblo que le eligió.

Para nadie es un secreto los nexos del Presidente de Uruguay con el Gobierno venezolano, sus simpatías polémicas pudiesen ser objeto de múltiples discusiones. Pero más allá de dedicarnos a juzgar si son estas amistades las más idóneas para un hombre tan ejemplar para nuestro tiempo, nos provoca una gran reflexión respecto a ¿cómo sus amigos venezolanos no han logrado aprender algo de él? ¿Cómo después de catorce años gobernando aún debamos escuchar argumentos como: "las discotecas en las cárceles siempre han existido". Esa fue la última sorpresa a las que nos sometió la ministra de Asuntos Penitenciarios, intentando justificar así que los abusos y la falta de autoridad en las cárceles se siga imponiendo, pese a las desgracias que han ocurrido en anteriores ocasiones.

Ahora bien, si tras catorce años gobernando aún las cosas no han cambiado, si su gestión no ha logrado mejorar nada la calidad de vida de los reclusos, vale la pena preguntarse ¿qué le motiva a mantenerse en el cargo? ¿Asumen, pues, que han fracasado?

Siempre ha habido asesinatos, deserción escolar, maestros mal pagados, hospitales sin dotar u obras que retrasan su entrega. Pero los venezolanos hace más de catorce años dieron un voto de confianza buscando acabar con la desigualdad. ¿Vamos a seguir justificando con el pasado las ineficiencias?

No puede sino calificarse de negligente a quien adquiere esa actitud para lavarse las manos de toda responsabilidad. A los familiares de los reclusos que pagan cada vez más cuotas de mantenimiento para sus seres queridos en prisión, o los familiares de las víctimas que notan cómo la impunidad es el pan nuestro de todos los días o a ningún venezolano nos interesa si esto o aquello era así hace veinte o hace treinta años, vivimos hoy y sufrimos las calamidades. Y esperamos que éstas sean resueltas.

Si no lo pueden asumir así, háganse a un lado que hay mucha gente dispuesta a gobernar bien.

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