Armando Briquet: Actuación y realidad


Caracas, 12 de enero de 2014.- Los rostros famosos nos recuerdan o enseñan la realidad. Lo normal es que lo hagan con sus interpretaciones y es por eso que vemos películas, series, documentales o programas de tv que son capaces de hacernos sentir, en carne propia, lo que la trama nos quiere transmitir. Pero hoy ha sido la pérdida de la vida de uno de los rostros más famosos y queridos del país, la que nos recuerdan que en solo un año han caído 25 mil personas en manos del hampa. No me atrevo a ponerle el apelativo de "común" porque nos resistimos a creer que es parte de la normalidad. No es común ni estamos condenados a vivir así.

Hace unos años nos dijeron que la inseguridad era una sensación. Que las terribles cifras que publican los medios, que lo que se vive a diario en cualquier lugar de nuestro país, que las historias de miles de familias, no eran tales. Que eran una exageración amarillista que los medios sacan por morbo.

Pero ahora que Mónica Spear, a costa de su vida, nos restriega la realidad, el gobierno reconoce que es un problema nacional. Que hubo un peligroso repunte a finales de 2013, y se pregunta qué más tienen que hacer.

Y comencemos por lo más obvio: lo primero es no evadir la realidad sino más bien asumirla. Como lo hace quien quiere resolver un problema y no como quien quiere pasarle de largo sin que el problema se lo coma. Son dos actitudes distintas.

Hay cientos de propuestas para solucionar este problema. Muchos se han encargado de investigar, pese a lo difícil que es encontrar cifras e indicadores oficiales, qué es lo que pasa con la inseguridad en Venezuela, en qué punto nos volvimos tan violentos, en dónde se producen más robos, y sobretodo, cómo se puede atacar el problema. Permanentemente estas propuestas, como muchas otras, han sido desechadas por el Gobierno. Ignorarlas, y muchas otras decisiones desacertadas, nos dejaron este país de cifras rojas.

Un problema grave amerita soluciones integrales. No es sólo un tema de represión y muchos menos de reacción momentánea. Requiere inversiones ciertas en al menos cuatro áreas: educación; policías; sistema judicial, y el sistema carcelario del país. De nada sirve militarizar y sacar a la policía a la calle si el sistema de justicia sigue pervertido y las cárceles continúan siendo la antítesis de la regeneración. Equipamos a la policía para que den con los culpables, pero los tribunales a los meses le otorgan beneficios. Ni hablar de lo poco que sirve tener mapeada a todas las bandas para que sigan actuando libremente.

La solución está en un terreno que requiere acciones y menos retórica. Son verdaderas políticas públicas y no políticas electoreras las que nos sacaran de esta pesadilla. Queremos vivir y no morir en manos del hampa.

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