Luis Eduardo Manzano: La ruta del progreso


Caracas, 15 de noviembre de 2013.- ¿Qué es lo que quieren los venezolanos? Respuesta sencilla: Vivir tranquilos, caminar por las calles sin estar asustados por la inseguridad y que les alcance el sueldo para vivir dignamente. En resumen, lo que quiere nuestro pueblo es estabilidad y paz.

Sin embargo, para que haya tal estabilidad, en nuestro país debería existir un gobierno que genere las condiciones de diálogo entre los distintos sectores de la población para que haya armonía. Lamentablemente, tenemos todo lo contrario, pues desde las altas esferas del Poder, se persigue a quien piensa distinto y no apoya a la denominada "Revolución Socialista".

En los últimos días se han prendido varias alarmas. Hemos visto con sorpresa cómo se acusa a comerciantes de acaparar productos y de incurrir en especulación. No dudo que exista quien lo haga, pero no es la generalidad y tampoco justifica el hecho de que en nuestro país se persiga a la empresa privada, pues para tener éxito y prosperidad económica, más bien se debería trabajar en conjunto con ella para generar mayor cantidad de empleos estables, pues claro está que el Estado solo no puede con esa carga.

Tal arremetida en contra de los comerciantes lo que podría causar es que ningún inversionista quiera venir a Venezuela y que además, ningún venezolano sienta que en su país hay las condiciones para emprender un negocio propio, pues no existe seguridad jurídica ni de ningún tipo para preservar sus bienes.

Si una empresa comete irregularidades, pues que sea sancionada de acuerdo a las leyes existentes en la República, pero no tiene por qué expandirse a todo nivel. Sin embargo, cualquier venezolano que sienta que sus derechos fueron vulnerados, tendría en teoría la facultad de acudir a las instituciones del Estado para defenderse, pero surge una pregunta: ¿Realmente estos organismos responden a los intereses del pueblo?

Una pequeña muestra de cómo funcionan las instituciones públicas en nuestro país es lo que acaba de ocurrir en la Asamblea Nacional. El partido de gobierno no logró conseguir 99 votos para la aprobación de una Ley Habilitante solicitada por Maduro. El tema lleva varios meses en el debate. Sin embargo, el sistema de Justicia de nuestro país encontró razones para allanar la inmunidad parlamentaria de la diputada María Aranguren y con ello, su suplente, aparentemente de tendencia oficialista, sería quien ahora termine siendo quien otorgue el voto que hacía falta.

¡Qué casualidad vale! Justo en este momento desempolvan una denuncia contra la diputada Aranguren. ¿Por qué no fue antes cuando pertenecía a las filas del oficialismo? Este es otro caso que evidencia la parcialidad del sistema de Justicia, que responde a los lineamientos que dicte el partido de gobierno y deja de lado los intereses del pueblo venezolano.

Ante tanta adversidad, no podemos entregarnos, ni dejarnos abatir. Sin duda, Venezuela vive una crisis social, política y económica que nos afecta a todos por igual. No podemos resignarnos. Hay que seguir luchando por un país con justicia e igualdad de oportunidades.

Para lograr los cambios que todos anhelamos, debemos como pueblo ser mucho más participativos en los asuntos públicos. Con indiferencia y apatía, nada se logra. El liderazgo político de la alternativa democrática está recorriendo el país para mantener contacto directo con la gente y llevarles un mensaje de esperanza. Pero necesitamos que sean muchos más quienes nos acompañen en la travesía.

Nosotros creemos en la paz y somos demócratas. Mientras más el gobierno se refugie en la confrontación y en la división, de nuestro lado debemos abrirle los brazos al pueblo y demostrarles que a nosotros sí nos importa su calidad de vida y que queremos ayudarlos a progresar. Si alguien piensa distinto a nosotros, debemos respetar su opinión y ser tolerantes. He visto en estos años que siempre eso trae beneficios a la larga.

A diario camino por los sectores populares de Petare, específicamente en las barriadas de Petare Norte y he visto cómo muchos líderes sociales que antes rechazaban nuestras ideas y creían en la "Revolución", ahora se acercan a nosotros y caminamos juntos, compartiendo el mismo sueño de construir una Venezuela en la que no exista confrontación política y se trabaje en la búsqueda de soluciones a los problemas que nos afectan.

¡Sigamos avanzando!

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