Armando Briquet: Sin brújula


Caracas, 10 de noviembre de 2013.- Que la realidad no acabe con la retórica, que tu discurso vaya de la mano de la gente. Es lo que uno espera que los políticos, y específicamente los de nuestro país, hayan entendido después de tantos años y tantas experiencias.

Tenemos un gobierno que si hay algo que no cumple es con esto. A través de todos los medios de comunicación, aunque se empeñen en decir lo contrario, aparecen con un discurso que se rompe a los segundos. Se acaba al mismo instante en que escuchas de baterías antiaéreas en los barrios y una ráfaga de tiros que acaba con un vecino, cuando lees en la prensa que hacen esfuerzos para que el sueldo te alcance y te revisas el bolsillo y ya no tienes nada, se acaba cuando los escuchas decir que los anaqueles están llenos de productos y tu llevas 3 horas haciendo cola por dos kilos de harina. Cuando siguen hablando de peleas e insultos y tu lo que quieres y crees que el país necesita es diálogo y trabajo conjunto. La magia del discurso se acaba cuando sales a la calle, cuando la realidad se te planta al frente sin compasión ni treguas. La magia se acaba más rápido mientras más dura se nos muestra. 

Un discurso desgastado, del pasado, y probado sin éxito por la historia, nos deja un modelo económico y de sociedad como la que vivimos hoy: una economía que se desploma a una velocidad que preocupa, violencia a todos los niveles, abuso de poder, persecución al contrario, una democracia cada vez más débil. 

Son muy pocos los que creen que el gobierno sabe qué es lo que está haciendo y confían en él, que sabe a dónde va y tienen esperanzas en el futuro. Cuando el pueblo deja de creer en quienes le gobiernan algo muy grave está pasando. Todas las encuestas señalan que la gente no cree que esta crisis económica se deba a lo que ellos han llamado la "guerra económica", por el contrario aseguran que es el gobierno el responsable. El gobierno muestra el Plan Patria Segura como la mejor solución, y el gobierno de calle casi como un descubrimiento milagroso, y la gente tampoco cree que eso sirva para algo. 

La brújula del gobierno es un adorno o se dañó. El norte lo perdió y parece que el sur también. Vemos casi con envidia cómo nuestros vecinos han superados sus crisis y aprovecharon el tiempo, tienen cifras económicas y niveles de vida que lucen lejanas para nosotros. Aún peor, a veces pareciera que ven con vergüenza lo que está pasando acá. Llegamos al nivel de que ideólogos del "Socialismo del Siglo XXI" recomienden que Brasil o el presidente Correa de Ecuador nos lance un salvavidas. Falta que nos digan que es el FMI el que tiene que ayudarnos. 

Estamos 30 millones de personas esperando respuesta serias.

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