Armando Briquet: ¿Siembran felicidad o anarquía?


Caracas, 27 de octubre de 2013.- "Siembra... Si pretendes recoger.

Siembra... Si pretendes cosechar" 

Rubén Blades

Abre el telón, 15 de octubre, el presidente Maduro dice: "no hay excusas para no producir en el país", "La caraota se tiene que producir aquí, camaradas". Cierra el telón, abre el telón, 21 de octubre: "Venezuela importará 1,2 millones quintales de caraotas de Nicaragua". Cierra el telón, abre el telón, 24 de octubre, Rafael Ramírez: "estamos preparando una ofensiva, una cosa (sic) masiva de importación de alimentos".

¿Cómo se llama la obra? ¡Tenemos patria con felicidad suprema!

Abre el telón, 11 de junio: "aprobada Ley Desarme por unanimidad", cierra el telón, abre el telón, 16 de septiembre: "motín en la cárcel de Sabaneta, desalojadas familias, mascotas, incautadas armas, etc.", 24 de octubre, asesinado un señor por protestar un cortejo fúnebre, con "homenaje" incluido.

¿No será que estamos ante un teatro irónico y deberíamos más bien llamarnos el país de la anarquía suprema?

Por último: 23 de octubre, colas y ánimos caldeados en supermercado para comprar harina y leche.

Sí, seguimos en la patria de la contradicción. Aquélla donde ahora se supone que a la felicidad suprema se llega por burocracia. Donde cada día hay más contradicciones entre los que mandan para que termine reinando la anarquía. Pelean desde el poder mientras al resto del país, a todos los demás venezolanos, nos han convertido la vida en un permanente resistir, sobrevivir y aguantar.

Porque estos novatos con 15 años en el Gobierno si algo han demostrado es que no saben realizar su trabajo. Anuncian planes para luego no ejecutarlos. Todo el mundo sabe que eso solo trae más confusión y termina en desilusión. Que mientras se siguen esperando las famosas medidas económicas se recrudeció la escasez, se disparó la inflación, se redujo la producción y se término de paralizar el país. Atrás quedaron las reuniones con los empresarios para producir. Se impuso de nuevo la tesis de perseguir e importar.

Pues no es este el país que queremos sembrar para nuestros hijos, ni el ejemplo ni la esperanza que nos dará cosechas en el futuro. La suprema felicidad no se trata de simple charlatanería y mucho menos la creación de un Viceministerio (porque tampoco es tan importante como para que sea un Ministerio). Se trata de brindar y propiciar las condiciones para que el lugar donde naciste no determine tu futuro, y que puedas progresar por ti mismo con educación, comida, trabajo, salud. En una línea, no es destruyendo sino construyendo. No es erosionando sino sembrando.

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