Juan Miguel Matheus: Primero Justicia, centro-humanismo y siglo XXI


Caracas, 03 de septiembre de 2013.- Luego de catorce años de lucha contra un régimen de vocación totalitaria los venezolanos debemos regenerar el tejido moral de nuestra convivencia política. Nos encontramos inmersos en la más devastadora crisis de la historia contemporánea. Al respecto es necesario acometer tres tareas: en primer lugar, tenemos la obligación de despojar del poder a la revolución bolivariana, pues esta es el mayor obstáculo para nuestra marcha hacia el progreso, para nuestra andadura hacia la consecución de la justicia social en libertad. En segundo lugar, urge forjar un nuevo pacto de pueblo, un nuevo consenso fundamental en torno a la justicia, que haga posible la vuelta de la libertad política y del decoro público a nuestro país. Y en tercer lugar, a partir del mencionado pacto de pueblo, hay que sanar las heridas ocasionadas por el castro-chavismo en Venezuela.

Dichas tareas han de estar orientadas por un claro cuerpo de ideas doctrinales. Los mayores daños que ha generado el “socialismo del siglo XXI” en Venezuela y el mundo, especialmente en la América latina, son de naturaleza moral. Ello conduce a que el antídoto a dichos males también posea carácter moral. En este sentido, en Primero Justicia nos aferramos al centro-humanismo como conjunto de principios seguros para la acción política que, mediando el esfuerzo audaz por liderar a la sociedad venezolana hacia la libertad, permitirán a nuestro pueblo reconstruir una democracia en paz y en justicia.

La mayor contribución histórica de Primero Justicia a las tres tareas mencionadas anteriormente es, por tanto, hacer fructificar en la lucha práctica, en el terreno de la acción, las ideas del centro-humanismo. Unas ideas que se anclan en la dignidad eminente de todo ser humano y en los valores trascendentes del espíritu con los que alimentamos nuestra vocación de servicio al bien común. Aspiramos a la Venezuela de la Justicia, en la que nos sentimos llamados a realizar solidariamente la idea de “progreso” en la vida de cada habitante y de cada familia de este país, de acuerdo a los principios de la Economía Social de Mercado.

Pero sobre todo, aspiramos a reivindicar la idea de progreso como una categoría perteneciente al acervo doctrinal del centro-humanismo. Nos mueve el deseo de combatir las falsas concepciones de “progreso” y “progresismo” que han sido asumidas como una licencia moral para implementar en la práctica una tolerancia mal entendida o, de acuerdo a la expresión de su Santidad Benedicto XVI, como una vía para vaciar de moralidad las relaciones humanas y hacer imperar “la dictadura del relativismo” en las sociedades. En Primero Justicia vemos el progreso de los venezolanos, por tanto, como una vocación humana fundamental, que es y será siempre la razón de ser de nuestra lucha política. Creemos que el progreso integral, tanto material como espiritual, nace de la capacidad de perfeccionarse que posee el ser humano, así como de la acumulación de conocimientos y experiencias que el hombre almacena con el paso del tiempo. Nuestra idea del progreso como vocación –insistimos, propia del centro-humanismo– se funda en el reconocimiento de la verdad moral y en el respeto de los derechos humanos.

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