Julio Borges, del reality show a jefe de bancada de la fracción opositora


Caracas, 06 de enero de 2016.- Tres, dos, uno... la sala de audiencia se ilumina y un joven de aspecto serio -más que serio, autoritario–entra a un tribunal que cobra vida en la arquitectura de utilería de un estudio de televisión. La pantalla resalta la frase Justicia para Todos, la música de presentación se disuelve y comienza el programa que dio a conocer a Julio Andrés Borges. 

En esas tardes prestadas al espectáculo, cuando combinaba el reality show con su bufete en el centro de Caracas, el abogado Julio Borges tuvo su primer contacto con el público. Entonces no tenía otra intención en mente que promover los jueces de paz, una figura jurídica por la cual había luchado desde su época de alumno en la UCAB.

“Siendo estudiantes, revolucionamos el sistema judicial al formalizar la figura del juez de paz; electos por votación popular, que no tenían que ser abogados y descentralizaban la justicia a nivel municipal”. En teoría todo parecía sencillo, pero al llevar la idea a los barrios se toparon con la primera dificultad: ¿Cómo masificarlo y ejemplificarlo?, la respuesta vino de la mano de ese programa que acaparó la atención de los venezolanos.

Borges recuerda que llevó su propuesta a todos los canales. Intentó en VTV, donde ya había tenido un programa sabatino sobre la reforma del sistema judicial. Pero sólo RCTV y, en particular, Marcel Granier, creyeron en el proyecto. A pesar de ser criticado por mostrar escenas violentas en horario regulado, “Justicia para todos” obtuvo altos niveles de audiencia.

Luego de 2.500 casos resueltos, Julio Borges decidió que era el momento de dejar la TV y trasladarse a la realidad: “el programa era una cosa mediática; la vida real estaba en la Asamblea Nacional”.
Pero, paradójicamente, tal realidad no existía. La AN -a donde llegó en 2000- se convirtió para Borges en una “gran fachada de nada”, el lugar donde -asegura- viviría las cosas más “irreales y ridículas”, mientras que su estadía en la televisión pasaría a ser una de las mas “serias y profundas” experiencias de su vida.

Antes de ser diputado, Julio Borges intentó formar parte de la Asamblea Nacional Constituyente, junto a Leopoldo López. Todavía Primero Justicia era una ONG. No lo lograron, pero -dice- “no nos rendimos”.

Fue así como, durante el proceso constituyente, varios ríos confluyen y deciden convertir a Primero Justicia en un partido político, otorgándoles curules y alcaldías a Carlos Ocariz, Mónica Doner y José Luis Mejías, de la Fundación de Desarrollo Social de Miranda; Gerardo Blyde, independiente; Henrique Capriles Radonski, ex presidente de la Cámara de Diputados del último Congreso de la “cuarta república”; y Liliana Hernández ex militante de Acción Democrática. 
Primero Justicia dejó su marca en el tema de DDHH, en todo lo concerniente al sistema judicial y a la banca central. Julio Borges, diputado por Miranda, fue miembro de varias comisiones, pero su actividad fue mermando hasta desaparecer por una razón: “Dejé de creer es ese Parlamento”.

JUSTICIERO EN POLÍTICA

Cuando desde la acera del chavismo lo ofendían con el calificativo de “niño bien”, Julio Borges no hacía nada para defenderse.

Había sacado su bachillerato en el Colegio San Ignacio; su adolescencia -asegura- estuvo guiada por las ideas de humanistas, como Arturo Uslar Pietri, Juan Liscano, Pedro Berroeta y Carlos Augusto León, miembros del consejo de redacción de la revista Al Encuentro, que fundó cuando tenia 16 años. La revista, con tiraje de 8 mil ejemplares, distribuida en colegios y universidades, buscaba renovar el liderazgo del país, con una fusión de generaciones.

Porque Borges dice pertenecer a una generación formada en un país en crisis, “siempre bajando el tobogán”. Vivió a sus 13 años el llamado “Viernes Negro” ; entró en la universidad en 1987; estando en la UCAB supo del Caracazo y el mismo año de su graduación, unos militares intentaron mediante un golpe acabar con la democracia.

Estos acontecimientos aclararon la conciencia social del joven de clase media que decidió enfilar su destino hacia la política, a pesar de que entre sus opciones de estudio figuraban medicina, periodismo y derecho. La primera por ser la profesión de sus padres, Julio Borges, un valenciano, fundador de la neurología en Venezuela, y su madre, Rosa Junyent, catalana, llegada en 1947 como exiliada por la guerra civil española, quien desarrolló la escuela de Bioanálisis y Citotecnología del Hospital Vargas e investigadora del VPH.

La segunda por su cercanía a los medios de comunicación. Y es que Borges no sólo trabajó en TV, también lo hizo para una publicación de la UCAB llamada Bando 21, que se encartaba en El Nacional.
Luego en el mismo diario fue colaborador del dominical Feriado y de la sección cultural de El Universal. Durante un tiempo coordinó una página semanal en el diario Economía Hoy llamada “Ambiente Juvenil”. Pero más se impuso su apego a la palabra “justicia”, y la intención “de liberarla del secuestro, formalismo y corrupción” le llevan a decidirse por el Derecho, carrera que durante tres años combinó con sus estudios de Filosofía en la UCV. 

Estos principios y la semilla sembrada por el hoy magistrado de la Corte Interamericana de DDHH de la OEA, Alirio Abreu Burelli, llevaron a Julio Borges, Francisco Rodríguez y Victorino Márquez (antes integrantes del partido universitario Proyecto 90), a fundar la asociación civil Primero Justicia.

CIUDADANO Y PRECANDIDATO

Julio Borges nació en Caracas el 22 de octubre de 1969. Es el menor de cinco hermanos, y entre sus títulos universitarios figuran el de magíster en Filosofía Política y Social del Boston College, y en Políticas Públicas y Estudios de América Latina, en la Universidad de Oxford.

Es considerado como un hombre sencillo, que no presta mucha atención a los detalles y que dice tener un alto concepto de la austeridad. En otras palabras, “es pichirre”, según sus amigos.
Casado con la periodista María Daniela Mateus, de quien elogia sus mejores platos, Borges tiene como favorita la película Casablanca, la música clásica y la de Rubén Blades, aunque sus cercanos juren que no tiene swing ni para cantar ni para bailar.

Liliana Hernández lo definió  en declaraciones a TalCual en 2005, cuando todavía militaba en PJ, como uno “de los políticos jóvenes mejor preparados, con un alto nivel de tolerancia y un gran amigo”. Y asegura que a pesar de su cara seria, siempre está de buen humor.
En 2006 fue precandidato a las elecciones presidenciales. Se midió contra Teodoro Petkoff y Manuel Rosales, y este último resultó vencedor.

Julio Borges recuerda un episodio pasado. Evoca una reunión con Hugo Chávez. Fue el 28 de febrero de 1999. Estaban presentes el grandeliga dominicano Sammy Sosa, que sería condecorado, y numerosas ONG, incluida Primero Justicia, para discutir el proyecto de la nueva Constitución.
Borges, quien asegura haber establecido un tratado de límite con presidentes militares, reconoce que en el aspecto humano, Chávez fue cordial y escuchó atento todas las propuestas. “Un hombre muy distinto al de ahora, cuando creo que se perdió la oportunidad de darle instituciones sólidas al país”. 

Pero, muy rápido llegó el desencuentro. Para Borges, el gobierno había “fracturado los huesos de la sociedad, se había perdido la perspectiva y el país se cocinaba en su propia salsa”.

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