Caracas, 23 de noviembre de 2014.- SG tiene 14 años de edad y en 2 meses será madre. Se siente mujer desde los 13 porque en ese momento decidió tener relaciones sexuales con su novio, otro adolescente un año mayor que ella. Mide 1,50, se desarrolló a los 12 años, pero aún su cuerpo es el de una niña. No tiene caderas pronunciadas ni senos, pero ya se le ve una pequeña barriga que vislumbra sus siete meses de gestación, pese a que lleva puesta la camisa de educación física para ocultarse mientras camina alrededor de sus compañeros de clases con la mirada fijada en el suelo.
La futura madre adolescente estudia tercer año de bachillerato en un colegio de Petare. Conoce cómo prevenir un embarazo porque la primera semana de haber entrado al colegio vio fotos sobre enfermedades venéreas y la enseñaron a utilizar los métodos anticonceptivos. Después no escuchó nada más porque en su liceo no hay un profesor que dicte la cátedra de Salud en el segundo año de secundaria, que es cuando se imparten dos objetivos relacionados con la educación sexual. Ella asegura que a los 13 años comenzó a tomar píldoras anticonceptivas porque su madre la llevó al médico, pero al no encontrar más la marca que usaba decidió cambiarlas y quedó embarazada. Quiere seguir los estudios en el liceo. No tiene otros planes, por los momentos.
Tabú académico. En el cronograma escolar la Educación Sexual son solo los objetivos 5 y 6 de la materia Educación para la Salud del segundo año. Mientras que el libro para ese grado llamado Vida y Salud integral, de la Colección Bicentenario, empieza los 3 primeros objetivos enseñando las partes del cuerpo masculino y femenino, y las tendencias sexuales. Luego se lee: “El embarazo adolescente: un problema público”, en el cual se hace la pregunta al lector: “¿A cuántas chicas jóvenes conoces en tu escuela o comunidad que hayan resultado embarazadas a temprana edad?”, después se refiere a las dificultades que esos asuntos ocasionan y dan instrucciones en caso de que ese problema los sorprenda. Se expone sobre el aborto, enfermedades venéreas y luego métodos anticonceptivos desde coito interruptus, píldoras anticonceptivas hasta la esterilización. Finaliza con una actividad para que el joven arme su proyecto de vida y piense qué podría interponerse en esos planes.
Mucha información, pero poca formación. JR es profesor de Biología en la misma escuela de Petare, en la que estudian 1.800 adolescentes y además de SG hay otras 10 jóvenes embarazadas. Ante la ausencia de los profesores, él se dedica a hablar de las enfermedades venéreas. “Un embarazo es algo mínimo frente a una enfermedad. Eso debería ser una materia y no dos objetivos porque los alumnos no hablan más de esto en todo el bachillerato”, exclama el docente.
El maestro asegura que los educandos saben qué es un coito interruptus, la llamada “pastilla del día siguiente”, las anticonceptivas y conocen los preservativos, pero aún así se niegan a usarlos porque “no se siente igual”, se deja “el placer por la mitad” o no tienen el dinero para adquirir un método para evitar embarazos.
En otra escuela aledaña de la zona dos adolescentes de segundo año también afirman que no hay profesor para esa materia. Ningún docente les ha hablado, pero una de ellas exclama con total seguridad: “En sexto me enseñaron cómo se usa el condón, cómo se quita y qué hacer si se rompe. Solo una amiga mía tiene relaciones y las que están embarazadas ya están grandes, estudian cuarto año”.
Los retos. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Juventud 2013, realizada por la UCAB a una muestra de 4.500 hogares en los que se entrevistó a una persona joven de edad comprendida entre 15 y 29 años, 15% de las mujeres de entre 15 y 19 años debutó como madre; 45% de las mujeres de entre 20 y 24 años de edad ha tenido uno o más hijos. Casi la mitad de los varones que se inician sexualmente antes de cumplir 15 años lo hicieron sin protección.
La quinta Meta del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas, que tenía que ser superada para 2015, es evitar los embarazos adolescentes.
Gabriela Rodríguez, coordinadora del programa Quiero Saber de la Fundación Construyendo Futuro, explicó que en 2009 se hizo una línea estratégica curricular para la educación en la sexualidad entre el gobierno y el Fondo de Población de las Naciones Unidas para trabajar en la aulas el tema de la sexualidad por grupos etarios y según las capacidades cognitivas de los niños, pero no se está aplicando.
Rodríguez añadió que desde quinto grado se deben tocar estos temas de la sexualidad en los salones.
En la Consulta Nacional Educativa uno de los resultados que expuso el Ministerio de Educación es que los estudiantes señalan que el manejo informativo de temas sobre sexualidad resulta “poco veraz, insuficiente e inoportuno”.
Se solicitó que se instalen unidades de orientación para asegurar que en cada plantel exista, al menos, una persona que tenga herramientas para orientar en la materia.
Prevención en las aulas
En los colegios fe y Alegría aunque la guiatura no forma parte del horario escolar se instauró como regla que cada salón tenga dos horas para hablar de sus problemas.
Janette Sandoval es profesora guía de primer año en el Colegio de Fe y Alegría María Inmaculada de Petare. De 1.200 alumnos que tiene la institución alrededor de 8 están embarazadas, algunas incluso lo ven como una opción para irse de sus casas con alguna pareja mayor u otras por error. El número causa alarma por lo que explica que la estrategia usada es diagnosticar con una prueba los problemas en los hogares y luego realizar una entrevista personalizada con cada uno para aclarar sus inquietudes.
También existe el programa “Bebé, piénsalo bien” que lleva a cabo Dubraska Suárez, el cual se creó en Costa Rica para trabajar con muñecos computarizados para que los jóvenes conozcan la experiencia de tener un hijo durante un fin de semana. El robot reconoce solo a los padres. La iniciativa se ha implementado en colegios de Barinas y el estado Miranda en Los Teques y Petare, y en Caracas, en Catia. El programa incluye que los niños aprendan a armar desde un presupuesto familiar hasta criar a un bebé.
La cifra: 10,4% de los embarazos ocurre en adolescentes de entre 15 y 17 años, mientras 11,7% en mujeres de 18 y 19 años de edad, según Estadísticas Vitales 2012 del INE.
Fuente: El Nacional