Caracas, 3 de octubre de 2014.- Desde hace seis meses, la secretaría académica de Amalio Belmonte, en la Universidad Central de Venezuela, está invadida de solicitudes de certificación de notas y diplomas de estudiantes que quieren irse a otros países. Entre ellos están los cum laude, a quienes Belmonte ha intentando convencer, sin éxito, de que se queden trabajando en la universidad. “Lamento que perdamos ese capital humano pero hay razones válidas que explican esa actitud”, afirma. Entre las que se fueron está su propia hija, Karina Belmonte, productora audiovisual que hoy reside en Miami. “El modelo político les impide a los jóvenes vislumbrar un futuro. El discurso oficial niega el mérito intelectual, el ascenso social y cree que la pobreza es una virtud”.
Además de las diferencias políticas con la Revolución Socialista Bolivariana del Siglo XXI —el 90% de los venezolanos que votan en el exterior lo hace por la oposición, según los últimos resultados electorales—, hay otros factores sociales y económicos que han contribuido al éxodo: el miedo al secuestro exprés o a morir en medio de un atraco callejero, a no encontrar medicamentos para una enfermedad crónica o a perder la empresa ante la falta de insumos. Pero como lo señala Magaly Sánchez, doctora en sociología urbana e investigadora sénior de la Universidad de Princeton, los venezolanos como ella también salen para lograr mejores salarios, más oportunidades de financiación para sus proyectos, ambientes académicos propicios o para crecer empresarialmente.
Se calcula que hay más de un millón de venezolanos en el exterior. Son cifras extraoficiales construidas a partir de los censos de otros países y de organismos multilaterales, porque el Gobierno no publica los datos migratorios desde 2000. Según Iván De La Vega, sociólogo y profesor de la Universidad Simón Bolívar en Caracas, la emigración de los cerebros venezolanos empezó a partir de la crisis económica y política de los ochenta, pero aumentó después de la llegada de Chávez al poder, sobre todo a partir de 2001 y 2002 cuando el presidente ordenó casi 24.000 despidos de la élite científica y técnica en la estatal petrolera PDVSA y otras compañías energéticas. El goteo de talento ha aumentado a medida que se han acentuado la polarización política y los problemas económicos. La última encuesta de la firma Datanálisis señala que uno de cada diez venezolanos —la población del país es de 30,4 millones— está en trámites o busca información para dejar el país. En 2002 y 2004, luego del golpe de Estado y el Referendo Revocatorio que ganó Chávez, solo el 4% consideraba emigrar. A partir de 2005, los resultados electorales del chavismo dispararon la emigración.
La sensación de “asfixia” contra la academia y la crítica política fueron los motivos que impulsaron al doctor Vladimiro Mujica a irse en 2005. Fue director del programa de química de la UCV, presidente de la Comisión Nacional de Investigaciones Petroleras e integrante del Centro Nacional de Tecnologías e Información, activista opositor al Gobierno de Chávez y columnista de un diario capitalino. Hoy vive en Phoenix y, desde la Universidad Estatal de Arizona, dirige investigaciones de nano ciencia aplicada a la salud pública, el desarrollo de energías alternativas y almacenamiento de información. “Nunca fue mi interés quedarme afuera. Teníamos un aparato científico, pero la extrema politización ha destruido un esfuerzo de toda la sociedad”.
Mújica es solo uno entre los más de 250.000 venezolanos que viven en EE UU, según el último censo del país. Más del 40% de ellos trabaja en áreas de negocios, ciencias, administración de empresas y artes. Un estudio del Pew Research Center asegura que son los más educados entre los hispanos y también superan en promedio a los estadounidenses.
El perfil de los venezolanos en el resto del mundo es similar, según el profesor Tomás Paéz, quien lidera un estudio interdisciplinario que utiliza la metodología de focus groups y realiza cuestionarios a venezolanos en más de 30 países. Entre casi 1.000 encuestados, más del 90% tienen grado universitario, el 40% maestrías y el 14% doctorados. “Es una cantidad de horas y experiencia que están aportando a los países donde llegan”, sostiene. Norteamérica es el principal destino; le sigue Europa y otros países de América Latina, sobre todo Colombia, donde están muchos de los empresarios petroleros, y Ecuador, que a pesar de ser un aliado político de Venezuela, incentiva la inmigración del talento foráneo que aporte a su desarrollo económico y científico.
Esas mismas razones atrajeron a miles de inmigrantes a Venezuela en el siglo pasado. Portugueses, españoles e italianos encontraron un refugio allí durante la Segunda Guerra Mundial o en la posguerra. El país también les abrió las puertas a chilenos, argentinos y uruguayos que huyeron de las dictaduras de los setenta. Y allá fueron a parar colombianos, ecuatorianos y peruanos que buscaban un mejor porvenir económico en las tres últimas décadas. Hoy son los hijos y nietos de esos inmigrantes, que prosperaron en Venezuela, los que están emigrando a los países de donde llegaron sus ancestros, aprovechando su doble nacionalidad.
Fuente: El País.com