Caracas, 17 de febrero de 2021.- El 2021 ya está con nosotros y los retos que deja el 2020 también permanecen presentes.
La pandemia que fue una enorme sorpresa para la humanidad dejó a una región como la
nuestra -la latinoamericana- en una condición de absoluta dificultad, la propia CEPAL ha
dicho que la recesión provocada por el coronavirus en nuestras naciones es la peor del
último siglo y que sus consecuencias sociales y económicas serán muy profundas, igual
el resto de los organismos multilaterales y agentes económicos han ratificado esta difícil
condición en que se presenta este nuevo año para esta parte del planeta.
A esto debemos sumarle que la región viene arrasando desde hace varios años importantes problemas, un decrecimiento económico y en el mejor de los casos cifras muy bajas de crecimiento, un repunte de la pobreza luego de presentar buenos números en los primeros años de comienzo de siglo, una mayor y destructiva desigualdad que está afectando especialmente a las mujeres, a los niños y niñas, como a las poblaciones indígenas, una expresión de nuevas formas de populismo y autoritarismo que han golpeado de forma importante la fortaleza de las instituciones democráticas e importantes eventos que marcan de forma definitiva crisis y conflictos políticos en muchos de nuestros países, esta es hoy una radiografía compleja de lo que estamos viviendo.
Si ya estábamos en una condición que reclamaba acciones concretas para evitar males
mayores, vino la pandemia que agudizó nuestros problemas, provocando la parálisis de las
actividades económicas, generando desempleo y mayor informalidad, con una cuarentena
muy larga y todos los impactos que paralizaron de golpe lo que ya venía andando con
dificultad.
Este estado de cosas debería obligar a la naciones a proponer un esquema multilateral y de
cooperación internacional amplia que permita afrontar retos comunes, debería generar una
especie de imitación a la respuesta que ha dado la Unión Europea al asumir como región
los impactos de la pandemia, pero lamentablemente hoy estamos en presencia de una
especie de fuerza centrípeta que nos lleva a la mirada introspectiva e impide a la gran
mayoría de los gobiernos e instituciones de nuestras naciones a ver el contexto, una
especie de fuerza centrípeta que nos ha colocado a todos a vernos el ombligo, a tratar de
resolver los problemas nacionales y asumir el plan de vacunación de manera solitaria, sin
coordinación, en una especie de carrera en la cual lo importante es llegar de primero sin
tener en cuenta quien llega de último.
Pocos son los esfuerzos para concertar estrategias comunes para enfrentar los efectos de
la recesión y de la pandemia, los bancos regionales como el BID, la CAF y centroamericanos han dispuestos recursos para atender estos temas con visión regional, el esfuerzo COVAX para la vacunación mundial quizás es un punto de encuentro en las naciones, pero esto termina siendo acciones tímidas frente al monstruo que se tiene al frente y que nos afecta a todos sin discriminación.
La palabra clave de este tiempo es MULTILATERALISMO, pero esta pareciera que se
perdió -por los momentos- del diccionario de muchos que gobiernan nuestras naciones.