Caracas, 29 de enero de 2017.- La libertad es como una cuerda amarrada, en un extremo está la atadura y en el otro el cabo suelto; y aunque han pasado muchos años desde que la esclavitud fue abolida, bajo el camuflaje de formas no tradicionales, muchos pueblos son víctimas de servir a unos pocos, y el poder es utilizado para someter y humillar con el único objetivo del provecho propio. Así estamos hoy en Venezuela.
Los venezolanos nos enfrentamos a un sistema autoritario, carente del más mínimo talante democrático, que justifica cualquier tipo de violencia a fin de garantizar su permanencia en el poder. Ese grupo que mantiene el poder temporalmente secuestrado, es especialista en envenenar y envilecer la conciencia ciudadana, a través de la mentira y la manipulación emocional. Ellos son especialistas en escamotear la realidad y sustituirla por mentiras que a diario publicitan en su aparato de propaganda.
Ante esto tenemos dos rutas a seguir: la sumisión o ejercer nuestra ciudadanía.
Como en cualquier país del mundo, los venezolanos tenemos deberes y derechos, pero en la actualidad en Venezuela ningún derecho está garantizado, ni siquiera el derecho a la vida. El año pasado asesinaron a 29 mil venezolanos, 95% de los hospitales solo tienen 5% de insumos médicos, más de 4 millones de pacientes se encuentran en estado crítico por falta de insumos médicos, 77,5% comen una vez al día y han tenido que acostarse a dormir con hambre, 17,2% comen en la basura por falta de alimentos, 33% de la población estudiantil no terminó el año escolar.
Cada vez más venezolanos pierden la vida en manos de delincuentes a los que no se les pone freno, los alimentos sirven como una herramienta de control del gobierno, la basura se ha convertido en el alimento de muchos, la salud pública está destruida y pretenden prostituir la educación a través de la ideologización política.
Jamás habíamos enfrentado una crisis como esta, pero el gobierno habla de una guerra contra el imperio. La verdadera guerra está en las calles del país y el gobierno no hace nada por acabar con las plagas que se están robando nuestro futuro.
Venezuela es conocida en el mundo entero pero ya no por sus playas, montañas y la belleza de sus mujeres, sino por sus cifras, pero no cifras que muestren el avance hacia el desarrollo, sino por unas que nos hunden cada vez más en la miseria y en la vergüenza.
Venezuela ocupa el lugar 166 de 176 en materia de percepción de corrupción, ubicándonos como uno de los países más corruptos del mundo. Que Venezuela sea el país más corrupto de la región no es culpa nuestra, es culpa de una cúpula podrida e incapaz.
Es inaceptable que producto de que somos el país con la inflación más alta del planeta, el costo de la Canasta Alimentaria Familiar registrara un incremento de 18,4% en diciembre de 2016, al ubicarse en Bs. 544.990,78. Eso significa que en diciembre se necesitaban 20,1 salarios mínimos para poder alimentarse. En 5 años se pasó a pagar 153 veces más para adquirir la Canasta Alimentaria, mientras que los ajustes salariales que ha hecho el gobierno cada vez alcanzan para menos.
En un pasado no muy lejano se requerían dos salarios mínimos para cubrir la Canasta Alimentaria, pero las políticas erradas de una cúpula corrupta e incapaz nos han conducido a un abismo, hoy con el salario mínimo solo puedes adquirir el 4,97% de los alimentos de la canasta.
No podemos esperar que llegue un Mesías a rescatarnos. El ya no más para con este gobierno debemos asumirlo todos, para construir juntos la Venezuela que queremos y merecemos.
El camino es exigir nuestro legítimo derecho de vivir en libertad conforme a lo que nuestra Constitución establece. Debemos estar dispuestos todos a defenderlo.
Cada acción violatoria del gobierno debe tener una reacción. Todos tenemos la capacidad de establecer mecanismos de defensa de la Constitución, organizarnos y ejecutarlos. Ningún venezolano tiene que esperar a que le digan qué debe hacer.
Actualmente no sabemos cuándo habrá elecciones y lo que queremos los venezolanos es que el gobierno se cuente, lo que estamos es exigiendo que se cumpla con lo que dice la Constitución, que el goberno se mida en elecciones, que sea el pueblo el que decida.
Dos hechos evidencian la aniquilación del voto en Venezuela: el robo del referéndum Revocatorio y la suspensión de las elecciones para elegir a gobernadores y diputados a los consejos legislativos. Sin mencionar que este año corresponden las elecciones del alcaldes y aún no hay un cronograma electoral.
Las cuatro señoras del CNE, saltándose la Constitución para servir a los intereses de un grupo corrupto e inepto que sabe que actualmente no gana ni las elecciones de una junta de condominio, decidió guardar silencio en cuanto a comicios se refiere.
Sin duda, que la lucha por las gobernaciones y alcaldías está en el marco de la recuperación de las instituciones democráticas, ya que las regionales y municipales representan un paso más, para sacar del escenario político a un gobierno que se mantiene en el poder por el control institucional. Lo deseable para solucionar la crisis política sería realizar unas elecciones generales.
Para superar esto que estamos enfrentando debemos ser creativos e innovadores, por ende toda crítica será bienvenida, pero debemos entender que se convierte en vacía cuando se queda en eso, en crítica, sin aportar absolutamente nada.
Aportemos, creamos firmemente que el cambio si es posible, no caigamos en el juego del gobierno de hacernos creer que todo seguirá igual o peor. Activemos esa ciudadanía que nos caracteriza como pueblo guerrero. En cualquier lugar y bajo cualquier escenario donde nos encontremos, defendamos sus derechos, no deleguemos nuestras atribuciones participativas en otros. No dejemos para mañana lo que podamos hacer hoy.
¡Qué Dios bendiga a nuestra Venezuela!