Caracas, 27 de diciembre de 2015.- A pocos días de culminar el año, es costumbre que todos, personas e instituciones, hagan un balance de lo que ha sido su año y, a partir de los resultados, formular propósitos para no repetir errores que retrasaron o impidieron los proyectos, o establecerse nuevas metas para avanzar.
Por ello, nos resulta propicia esta fecha para llamar a la reflexión. El gobierno tiene que cambiar y responder a lo que los venezolanos esperan. Son momentos muy difíciles para Venezuela en lo económico, y se requiere mucha madurez política para afrontar lo que nos viene, porque todos los indicadores muestran que el año 2016 será más crítico para nuestro país, como consecuencia de todas la malas decisiones que el gobierno ha tomado en materia económica.
Este es el momento para que, en un gesto de nobleza, hidalguía y cordura, se convoque de manera urgente a un diálogo nacional que permita resolver los graves problemas económicos y sociales que afectan a los venezolanos, sobre todo, a los sectores más humildes, que es donde más duro pega la crisis.
Los venezolanos se expresaron de forma contundente el pasado 6 de diciembre a favor de un cambio en las políticas de conducción del país. Así es la democracia, es el pueblo el que soberanamente decide a través del voto, no se trata de si esto me beneficia lo acepto, y si no me voy por un atajo para desconocerlo. ¡No! Y el 6 de diciembre, los venezolanos ejercieron el voto para rechazar un modelo económico que no funcionó y que ha llevado a nuestra Venezuela a deslizarse por un peligroso despeñadero, como también hubo muchos que confiaban en este gobierno pero que se han decepcionado y votaron para castigar esa forma de gobernar atropellada que nos ha traído a la situación tan crítica que hoy vivimos.
El país no está en condiciones de mantener y profundizar una confrontación política, como todo indica que es la intención del gobierno. Hace algunos días exhorté a Nicolás Maduro a revisar los consejos que está recibiendo de sus asesores, hoy vuelvo a hacerlo. Y no me anima otro propósito que lograr la paz y un mejor futuro para los venezolanos.
Nuestra Venezuela bien vale la pena cualquier sacrificio y, en este momento, todos los venezolanos estamos llamados a meterle el hombro para sacarla a flote.
Venezuela, Nicolás, está en una situación de emergencia y necesita ser atendida. Ya pasó el proceso electoral y el discurso de confrontación es todo lo contrario al mensaje que dio el pueblo el 6 de diciembre. Urge que se abran canales de diálogo. Venezuela pende de un delgado hilo, que si se sigue tensando se va a romper, y nadie quiere eso. No hay forma que sobre la base de una confrontación, como la que está plantando el gobierno y el Psuv, los venezolanos podamos resolver las gravísimas dificultades económicas y sociales.
Es momento de trabajar hombro con hombro, dejando de lado las posiciones partidistas.
Nosotros apostamos por un futuro con oportunidades de progreso para todos, por una Venezuela próspera, con producción agrícola e industrial que garanticen una verdadera soberanía alimentaria. Apostamos por un país sin deserción escolar, con hospitales del primer mundo, con una seguridad social que funcione y una jubilación digna para nuestros abuelos. Apostamos por un país sin violencia y con empresas exportadoras que generen ingresos a la Nación para romper la dependencia de la renta petrolera. Es hacia allí que debemos remar todos los que queremos un mejor futuro para nuestra Venezuela.
No se trata de ceder la militancia partidista que tenga cada quien. Nuestro pueblo clama por la conducción de un gobierno serio, alejado de las maniobras y las triquiñuelas para desconocer su voluntad. La designación de magistrados al Tribunal Supremo de Justicia que acaba de hacerse de manera apresurada, al margen de la Constitución Nacional, por los caminos verdes, es la peor señal de la ceguera del clan gobernante.
Tampoco es una buena señal del gobierno tratar de arrebatarle el triunfo a diputados electos por el pueblo con su voto. Lo peor que puede hacer el gobierno es despreciar la voluntad del pueblo, promover la discordia y cerrarse al diálogo. Nuestro pueblo anhela paz, quiere que la norma sea el respeto con las diferencias y exige a los factores políticos que sepan estar a la altura de las exigencias para trazar un futuro de bienestar para el país.
Una muestra de seriedad y humildad sería que Nicolás Maduro concediera la libertad a todos los presos por razones políticas, eso si sería un gesto de madurez política de su parte.
Estamos en la encrucijada: racionalidad y madurez política o irracionalidad y confrontación. Los hombres y mujeres que elegimos el pasado 6 de diciembre están ganados por la primera opción, e instalarán la nueva Asamblea Nacional el próximo 5 de enero para hacer las leyes y promover los cambios que reclama nuestro pueblo. Nuestros asambleístas no van a claudicar ni desistir de ese compromiso.
Ahora, más que nunca, los venezolanos debemos estar unidos para demostrarle al gobierno que el miedo se venció y exigirle cumpla con el mandato que el pueblo le ha dado, y el mandato es claro: Venezuela quiere cambio y reclama abrir nuevos caminos.
Ahora que vamos a cerrar el 2015, un año difícil para todos, pero donde demostramos la fuerza que tenemos los venezolanos para resistir y vencer las dificultades, reiteramos nuestro compromiso de acompañarlos en ese claro amanecer que deseamos para nuestra Venezuela en 2016, para seguir construyendo juntos esa Venezuela de progreso que se merecen nuestros hijos y nuestros nietos.
Aprovechemos estos últimos días del año para reflexionar y procurar él próximo año hacer las cosas mejor, siempre podemos ser mejores, y siempre haciendo las cosas bien, porque cuando se hacen las cosas bien pasan cosas buenas.
Nuestra Venezuela nos necesita a todos, recuerden las palabras de nuestro Libertador: ¡unámonos y seremos invencibles!
Que todos tengan el 31 una noche rodeados de sus seres queridos y disfrutando de ellos, y que el año que viene sea un año de mucha paz y tranquilidad para todos. Seguimos juntos construyendo el camino. ¡Dios los bendiga! ¡Feliz año nuevo!