Caracas, 24 de agosto de 2015.- Hoy iniciamos esta columna en Notiminuto; hoy nos brindan un nuevo espacio para dejar plasmada en ideas y propuestas nuestra posición política, nuestro proyecto de la Venezuela de Progreso. Por ello, es necesario comenzar mis líneas, agradeciendo esta oportunidad que, esperamos, sirva de canal y centro para el debate.
Muy claro está, para la gran mayoría de los venezolanos, que vivimos una tremenda crisis como país; la realidad económica cada vez se nos hace más cruda y dura para cada uno de nosotros, la calidad de vida paso a condenarse al espacio exclusivo de los sueños porque el bienestar se nos extravío en algún lugar, de algún día, de estos últimos años. En su lugar; hoy tenemos como lugar común ese desasosiego que produce la incertidumbre; nos acostumbramos a abandonar la rutina, a encontrar un día a la vez pero sin sorpresa, sin sobresaltos porque, al final, nuestro propio mecanismo de sobrevivencia, de origen básicamente animal, nos ha colocado la baranda del asombro extremadamente alta.
La crisis nos tocó, se metió en nuestros hogares, empezó a compartir desayunos, almuerzos y cenas y se coló en cada una de las discusiones familiares y sociales. El dinero pasó a ser un objeto inusual de deseo porque, ciertamente, lo queremos pero sabemos que, como esa relación tóxica que se produce en muchas parejas, no sirve absolutamente para nada si no somos capaces de transformarlo de forma casi inmediata en un activo. De igual, el miedo, esa emoción que tiene una dualidad inmanente y dicotómica, de ser un motor del cambio y, a la vez, una tremenda anestesia que paraliza, se anido en nuestras conciencias y nuestra lucha permanente para dominarlo se ha transformado en rounds continuos de una pelea infinita.Ese miedo que se describe en la noche en cualquier calle solitaria, en ese carro blindado, en el celular escondido, en las prendas guardadas, en el sobresalto de no estar seguro en ninguna parte, se retroalimenta con las historias, las detonaciones y la contraportada de los periódicos. Ese miedo esta allí de forma estructural, como destructor de nuestra sociedad y de nuestro espíritu colectivo que, por más operaciones que busquen liberar al pueblo, esa idea de impunidad esta vivita y robando.
El tiempo se nos va en la línea, en esa muchedumbre que se agolpa en todo y para todo, en esa cola que significa esperar lo que antes era inmediato. El tiempo se nos va en las colas, en la espera interminable para obtener cualquier cosa, para solicitar cualquier cosa, para dejar cualquier cosa. La fila, la cola, el número, la madrugada, la tarde, el sol, la expectativa, el empujón, el golpe, el grito son nuestro día a día, parte de nuestra dieta diaria de patria y a ella nos amoldamos, nos acomodamos pero, en ningún caso, nos acostumbramos. Esas colas que, cada vez se hacen más largas, se llevan con la pesada carga de la memoria; de recordar que, hace apenas 30 meses, estas no existían; que gozábamos un país de maravillas como el de Alicia donde el despilfarro era la marca y donde cada consigna que pregonaba el socialismo igualitario y tiroteador del capitalismo se bebía con el mejor whisky imperial y se replicaba en el mejor de los celulares que la industria mundial de la tecnología podía tener para el momento. Esos recuerdos cercanos están allí, en cada minuto que pasamos en la cola; están allí para recordarnos lo absurdo e irónico del modelo, para dejarnos muy claro que, desde el poder, se engañó y que, desde el pueblo, creyeron.
Por ello, es precisamente nuestra lucha por derrotar, en todas sus formas, estas estructuras económicas del miedo y de las colas que hoy forman parte de nuestras vidas. Por desterrar la desesperanza del lenguaje y las formas de muchos; por transformar esa memoria en acción colectiva que impulse un cambio democrático, real y no meramente electoral. Por ello, escribimos y planteamos la idea, la contrapropuesta de la Venezuela del Progreso, esa que pone a la educación en el centro de la acción pública, que promueve el hacer más y mejor, que propone salud de verdad, que establece la transparencia cómo forma de dar una nueva vida al país y a los venezolanos. Hagamos el Cambio, es posible, es necesario…