Caracas, 05 de marzo de 2015.- Finalmente en esta primera semana de marzo es cuando la AN recibió al Gabinete Ejecutivo encabezado por el vicepresidente Jorge Arreaza para entregar (como es costumbre, institucional y exigido) la memoria y cuenta de cada uno de los ministerios.
Con la misma demora que observamos la presentación del Presidente y con el mismo ánimo de dejar pasar como normal este retraso por parte de la junta directiva de la Asamblea Nacional, se vino aesta presentación. Arreaza se encargó de brindar los honores en el hemiciclo, con el discurso central y único. Llegó cargado de soberbia, su kinésica bien daba a entender que venía con la venia del poder, que traía consigo el permiso revolucionario para imponerse, que en cierta medida lo que hiciera y dijera vendría a ser la viva expresión de lo que piensa el más alto poder del Gobierno. Raro sobre todo en una persona, cuya características más reconocida o relacionada es el ser un hombre no muy vistoso y cuya gesticulación o discurso más que ensordecedor y abrumante es monótono y sin altibajos.
Pues bien, vino Arreaza recargado de insultos, a imponer su verdad, especialmente frente al público de la oposición política. Cinismo, frases polarizantes, acusaciones repetidas, buenos y malos, patriotas y apátrida fueron la sazón de todo el discurso.
El argumento central de toda su exposición se centró en la comparación “objetiva” de los dos modelos económicos que están, según ellos, en disputa frontal dentro de la arena política nacional, el Capitalismo Vs El Socialismo. Como todo un profesional de las ciencias políticas y económicas, el Vicepresidente propuso una serie de condiciones objetivas que definen cada modelo; desde lo simple se paseó por conceptos tan profundos como la Libertad e Igualdad, haciendo reduccionismos propios del que quiere despachar con frases elaboradas y machacadas hasta la saciedad, temas que en el orden filosófico poco pudieran ser entendidos como algo dicotómico.
Trajo cifras, cuadros, gráficos, trajo muchos números para comparar décadas, que le permitieran confrontar los dos modelos. Y en cierta medida el esquema era aceptable, pero la forma en que presentó cada cifra fue una muestra de trampa caza bobos perfecta.
Lo que olvidó decir el vice Arreaza, es que resulta muy difícil hacer comparaciones de décadas tan distintas en nuestra historia contemporánea. De nada vale comparar los ingresos obtenidos por al nación como producto de renta petrolera entre los gobiernos democráticos, la IV, y la revolución. Los primeros tuvieron como promedio 10 dólares el barril y la segunda, 90 dólares por barril: diferencias abismales en cuanto a manejo de recursos. Hablo de más de 1 BILLON de dólares en ingresos los últimos 15 años, cifras siquiera comparables con lo obtenido durante todos los gobiernos pre revolucionarios.
Habló de la cifra total de estudiantes universitarios, pero no detalló sobre el estado real de la educación superior en nuestro país, sobre la posición que tienen nuestras universidades públicas en el ranking mundial o latinoamericano, de la fuga de cerebros.
Se refirió a la inflación comparando un periodo (década de 80 y 90) donde el mundo padeció de este fenómeno, versus el periodo de la revolución donde somos el país con mayor inflación del planeta y este fenómeno como evento mundial prácticamente ha desaparecido.
Nos habló del índice Gini, de desarrollo humano, pero poco hablo de los niveles de exportaciones no petroleras en los últimos años, de la producción nacional de alimentos, de la tasa de crecimiento de -2% que obtuvimos en el 2014, fenómenos económicos que determinan de buena manera el estado de bienestar y producción de riquezas, no habló de los niveles de importación o el cronograma sugerido para el pago de deudas con empresas que alcanza más de 15 mil millones de dólares. No tocó los 25 mil millones de dólares que se perdieron en Cadivi, cuenta que hizo famosa Giordani.
Habló de pobreza, de sus datos sobre la reducción de pobreza y pobreza extrema, pero evitó hablar sobre desabastecimiento, delincuencia, servicios públicos, acceso a bienes y servicios, niveles de instrucción, algunos de los elementos que determinan la calidad de vida más allá del simple ingreso. Pero menos desmintió el estudio de UCV-UCAB-USB que revela que 8 millones de venezolanos se acuestan sin hacer al menos una de las tres comidas.
Lleno de orgullo inexplicable se refirió a las 26 mil fiscalizaciones que se realizaron a las empresas del país, a las 10 mil brigadas populares contra la especulación, el contrabando y acaparamiento.
Lleno de emoción ratificó que el esquema productivo se marca con la persecución y se nutre de la satanización del emprendimiento. Ni por equivocación escuchamos frases como créditos industriales, generación de nuevos empleos, número de patentes nuevas registradas, aumento de los niveles de exportación, acuerdos universidades – sector industrial o fortalecimiento de los ejes de desarrollo económico.
Al final habló mucho, acusó más, descalificó de cuando en cuando, pero el gran ausente de toda esta exposición fue la Democracia como gesto, como ejercicio del poder, la inclusión como forma y el diálogo como camino. En plena crisis económica y social que vivimos y padecemos, al final, toda nuestra nación tuvo más de lo mismo y menos de algo distinto que nos haga sentirnos un solo país.
Por cierto, lo del aumento de la gasolina va, aunque no sabemos cuando...