El mundo está inmerso en la permanente dinámica de globalización. Al lado de las oportunidades que genera este proceso, coexisten aspectos negativos como el crimen organizado, el terrorismo, la subversión, el narcotráfico, los nacionalismos exacerbados, las autocracias y el comercio desleal. El reto de Venezuela es fomentar un proceso de globalización que traspase el simplismo de la retórica antiglobal o de la sumisión pasiva a las fuerzas internacionales, proponiendo alternativas de desarrollo humano sustentables.
La globalización responsable debe ser una mundialización. Para la globalización no hay personas ni comunidades con historia, cultura, necesidades o proyectos, sino entes económicos dentro de un mercado global. En cambio, la mundialización es protagonizada por personas, comunidades y naciones que se relacionan entre sí con libertad, dignidad y justicia. Al lado de las estructuras tecnológicas y económicas, éstas construyen leyes e instituciones responsables y solidarias que brindan un marco de acción conocido, construido y aceptado por todos, con pleno respeto a la cultura, la tradición, valores y creencias de cada pueblo. La mundialización busca globalizar los valores fundamentales de los seres humanos, como los derechos humanos universales y la responsabilidad solidaria.
Las banderas que constituyen la acción política de los justicieros están basadas en los siguientes valores:
Por ello, estamos convencidos de que sólo podremos lograr la transformación de Venezuela sobre la conjugación de la libertad y la justicia. Esta conjugación será el medio que nos conducirá a convertir en realidad nuestros valores fundamentales: libertad, igualdad, progreso para todos, subsidiariedad, solidaridad, participación y justicia.
Las Fuerzas Armadas tienen la tarea especialísima de portar y custodiar las armas del pueblo venezolano y el uniforme que los representa. Ello obliga a sus miembros a observar una conducta distinta al resto de los venezolanos. La condición de ciudadanos en uniforme supone una serie de principios que son para los justicieros inviolables.
En primer término, la Fuerza Armada debe estar subordinada al gobierno civil. Ello supone el carácter obediente que deben tener las fuerzas armadas a las instituciones civiles bajo cualquier circunstancia.
En segundo lugar, las Fuerzas Armadas deben ser no deliberantes. Jamás deben ser parte activa del debate político de la sociedad civil, sino por el contrario, derivado del principio de obediencia, deben ser los guardianes de las reglas de juego y de las instituciones sociales.
En tercer lugar está el principio de especialidad, que circunscribe a las Fuerzas Armadas a un ámbito de tareas relacionadas con la defensa de la nación venezolana de cualquier agresión externa y el mantenimiento de la seguridad de la misma al facilitar, de acuerdo a los principios anteriores, el libre desenvolvimiento de las instituciones civiles.
Primero Justicia es declaradamente civilista. Creemos en unas Fuerzas Armadas no políticas, no partidistas, profesionales, no deliberativas, obedientes y subordinadas a la sociedad civil a través de sus instituciones.
El derecho del que gozan las Iglesias y las comunidades religiosas para ordenar sus asuntos en forma autónoma debe preservarse, así como también su libertad para cumplir con su tarea predicadora. Apoyamos decididamente la contribución de las Iglesias, su responsabilidad compartida y su aporte al bien común.
Entendemos que la preservación de los valores religiosos que fundamentan nuestra democracia liberal, especialmente la inviolabilidad de la dignidad humana, es una aspiración conjunta de todas las iglesias históricas que hacen vida en Venezuela. Primero Justicia promueve la colaboración financiera y legal del Estado con todas aquellas actividades desarrolladas por las iglesias dirigidas a dignificar la vida de los venezolanos.
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