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La falta de vivienda es un problema que angustia a millones de venezolanos. Una gran porción de nuestros hijos crece sin saber lo que es un hogar propio y estable, donde la familia pueda desarrollarse plenamente.

En nuestros recorridos por el país encontramos que hasta los que apoyan al gobierno actual reconocen el fracaso estrepitoso de su gestión en este campo.

Muchas son las causas de la agudización de esta crisis, pero quiero hablar de soluciones.

La gestión del actual gobierno es aun más decepcionante que la de los gobiernos anteriores.

El actual gobierno ha construido un promedio de 20.000 viviendas por año, un número mucho menor al de gobiernos anteriores y muchísimo menor a lo que los venezolanos necesitamos.

El gobierno estima que existe un déficit de nuevas viviendas de aproximadamente 1.800.000 unidades. Para resolver este problema en el mediano plazo, es necesario que se construyan por lo menos 180.000 viviendas por año por diez años consecutivos. Sin embargo, lo realizado por el gobierno sólo sirve para atender un 1% de las necesidades de la gente cada año.

Este fracaso se hace entendible cuando uno examina las pequeñas cantidades de dinero asignadas a la construcción de viviendas. Durante el período 2005-2007, el gasto público promedio en viviendas alcanzó los 5.300 millones de dólares y se ubicó en alrededor de 1% del tamaño total de la economía.

La política de vivienda que propongo se fundamenta en la coordinación del esfuerzo tanto del sector público como el privado.

Nosotros podemos desarrollar una política diferente, el objetivo será la construcción de 120.000 viviendas anuales, a una razón de 10.000 viviendas mensuales, durante los primeros seis años. Esto estaría a cargo del Gobierno Nacional en forma directa.

Por otro lado podemos crear un conjunto articulado de incentivos y políticas que permitan que los trabajadores y empresarios venezolanos complementen la acción pública y construyan otras 60.000 viviendas cada año. Se pueden aplicar políticas para crear un fondo destinado al equipamiento y re-acondicionamiento de 300.000 viviendas al año pertenecientes a los sectores populares.

Después de tanto petróleo, la familia venezolana, merece al menos un techo digno para crecer y progresar.

Una casa digna es el primer paso para salir de la pobreza.