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Caracas, 09 de mayo de 2022.- En días recientes, el primer ministro de San Vicente anunció a sus ciudadanos, luego de su regreso de Venezuela y su encuentro con el dictador Nicolás Maduro, una serie de acuerdos suscritos que son, en esencia, una ofensa y una burla al pueblo venezolano. El mandatario caribeño comunicó que Maduro le perdonó una deuda de 70 millones de dólares, que era parte de los convenios del programa de suministro de hidrocarburos, Petrocaribe.

En su alocución resaltó el “gesto” de generosidad y solidaridad de Maduro, quien además se comprometió a entregarle casas prefabricadas y bombonas de gas, sin ninguna contraprestación ni beneficio para los venezolanos.

Lo ocurrido es una bofetada para los 30 millones de venezolanos. San Vicente, hoy en día, posee un PIB per cápita que es cuatro veces mayor al de nuestro país. Sin embargo, le estamos regalando nuestros recursos económicos. Con 70 millones de dólares se pudo entregar un salario mínimo a 2,5 millones de familias venezolanas en situación de pobreza extrema.

Convenios como estos son más que una muestra del desprecio profundo de Maduro por el pueblo venezolano, que sufre una de las peores catástrofes humanitarias que se hayan conocido en el mundo, causante de un éxodo de 6 millones de personas.

Mientras los venezolanos sufren por falta de electricidad, combustible, gas doméstico, sueldos dignos y oportunidades, el régimen regala nuestro patrimonio para comprar apoyo político en el mundo.

Ahora bien, muchos se preguntarán por qué Maduro, viendo la crisis humanitaria de nuestro pueblo, despilfarra nuestro dinero; qué es Petrocaribe; por qué estos regalos tan generosos y por qué en este momento; por qué pretende resucitar Petrocaribe.

Esta alianza fue un convenio que nació hace unos años con el objetivo de proveerle petróleo venezolano a países de la región caribeña, con comodidades de pago y en condiciones muy negativas para las finanzas del país. Así fue como durante años se estuvo suministrando energía al Caribe con precios subsidiados, al punto que para el año 2013 el 40% de lo que se consumía en materia de hidrocarburos en esa región tenía sello venezolano.

En la medida en que Venezuela les facilitaba petróleo a estas naciones y crecía la dependencia energética, se ganaba aliados en el mundo, dispuestos a alzar la voz en foros internacionales para defender las peores violaciones de derechos humanos.

De esta manera, Petrocaribe, que había surgido como una idea de cooperación en materia energética, se convirtió en un burdo mecanismo de chantaje político, donde se intercambiaban barriles por votos o espaldarazos públicos, que refrendaran la idea de una democracia vigorosa y pujante en Venezuela.

Eran, entonces, solidaridades automáticas que se disparaban cuando se ponía objeciones sobre los estándares democráticos de Venezuela. De igual forma, Petrocaribe fue también un medio de corrupción, pues en países como Haití y Republicana Dominicana se destaparon escándalos que involucraban manejos irregulares de los recursos provenientes del programa.