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Caracas, 18 de agosto de 2013.- Si buscamos en el diccionario la palabra vergüenza nos saldría inmediatamente como referencia la sesión de Asamblea Nacional de esta semana. Un episodio penoso en la historia del parlamento que menos mal quedó registrado por sus propias cámaras para permitirnos recordar siempre la descomposición de la clase política que nos gobernó durante estos años. Antes la Asamblea Nacional realizaba leyes, ahora se especializa en montar shows denigrantes que llenan de vergüenza a todo el país.

Lo que fue anunciado con bombos y platillos por la bancada del PSUV terminó en un triste espectáculo que lamentablemente convirtió el hemiciclo de sesiones en un albañal, donde algunos diputados usaron su investidura para insultar, mentir y denigrar. El país se quedó esperando las denuncias de corrupción y en su lugar lo que aparecieron fue descalificaciones, que por cierto se centraron en cuestionar la sexualidad de opositores en clara postura homofóbica.

Venezuela no merece una Asamblea Nacional que descalifique al que no se pone una franela roja, que discrimine a las minorías, que denigre al diferente. Los diputados oficialistas no fueron electos para ventilar chismes ni fotos privadas en el parlamento, los eligieron para legislar sobre los problemas del país, que por cierto son bastantes. Para las banalidades están las revistas de espectáculos, aunque ni las más amarillistas bajan al nivel que lo hizo la bancada del PSUV esta semana.

Esta Asamblea Nacional se ha negado a investigar los casos de corrupción más escandalosos del país y ahora vienen con aquel discurso moralista hablando de honestidad. A ellos no les interesa que algunos jueguen con el dinero público, que se pierdan toneladas de comida, que se exporten maletines de dólares, que haya guisos y más guisos en las instituciones del Estado. Ellos lo que buscan es cercar a la oposición porque sienten un profundo temor del avance de alternativa democrática.

El verdadero objetivo de estos diputados cobardones es ir contra Henrique Capriles, primero golpeando su entorno para quebrar moralmente a los sectores democráticos y dividirlos. Quieren lograr un efecto en la población de rechazo, donde nadie se atreva a defender a Henrique Capriles, pero lo que han logrado es una reacción totalmente distinta, lo elevan, logran una mayor solidaridad hacia él porque la gente no les cree nada. Más cuando tienen como vocero a Pedro Carreño.

Sin duda la actitud de la Asamblea Nacional esta semana fue totalmente fascista, allí no hubo ningún razonamiento valido de parte de los diputados oficialistas. Lo que se vio en pantalla fue la exacerbación del odio, la mentira y la infamia. El pueblo tarde o temprano les cobrará con votos cada ofensa, ellos hoy se amparan en la impunidad que el poder les otorga, pero sepan que todo cambia y tarde o temprano tendrán que rendir cuentas.